lunes, 28 de febrero de 2011

La ceguera histérica de Occidente y las previsibles revueltas árabes

Javier Benegas
Ha pasado un tiempo en el que, de nuevo, ha habido cierto empeño por hacer creer al pueblo llano que la crisis estaba tocando fondo. La absurda confianza en la recuperación económica de países como EE.UU. y Alemania, alentada por unos crecimientos del PIB nunca superiores al 3%, se había convertido durante unos meses en el paradigma sobre el que propagar un sueño absurdo. Como si fuera posible creer que un motor averiado podría volver a rendir correctamente porque uno de sus cilindros funcionara medianamente bien.

No se puede hacer una lectura más estúpida y suicida de la economía que la que de continuo se hace tanto en la interesada clase política como en los subordinados medios informativos. La onda expansiva de una crisis como la presente (hoy ya no sólo financiera sino general) siempre llega mucho más lejos de lo que son capaces de prever los gobernantes, entre otras cosas porque, atentos a sus propios intereses particulares, son incapaces de ver más allá de sus narices.

Las crisis constan de diferentes fases y no siempre en un mismo orden. Una crisis energética puede derivar en crisis financiera, recesión, estanflación e incluso en colapso de un orden económico e histórico concreto. También puede ser al revés, que una crisis originariamente financiera derive en encarecimiento de materias primas, crisis energética y recesión.

"el caso español es el paradigma por excelencia; el más claro intento de suicidio de un estado occidental"

Una de las pruebas más evidentes del alcance de la demoledora onda de impacto de cada fase de una crisis, y su capacidad de generar la siguiente, son las revueltas árabes, consecuencia lógica del colapso financiero de Occidente y la posterior recesión económica. Es decir, una crisis financiera puede traer consigo una crisis energética.

Hay quienes incluso tratan de explicar lo que está sucediendo en los países árabes recurriendo a la física cuántica. Y de ahí a contratar un brujo no hay ni medio paso. Pero, a groso modo, las cosas son más sencillas de entender y se puede hacer sin recurrir a Einstein.

Los estados árabes, sometidos en su mayoría a gobiernos dictatoriales que controlan y se reparten a discreción los ingresos por la venta de petróleo, dependen en última instancia del crédito exterior. Un crédito cuyo flujo no sólo se ha secado sino que ha hecho que los prestamistas incrementen su presión a la hora de reclamar el pago de intereses y la devolución de lo prestado. En consecuencia, estos estados árabes se han visto forzados a destinar el resto de su producción a la venta exterior para sufragar sus deudas, dejando a la población cada vez más desabastecida.

¿Y el dinero del petróleo? Como apunto unas líneas más arriba, no revierte en los estados sino en las oligarquías gobernantes, que lo acumulan en cuentas bancarias en el extranjero. De ahí que paradójicamente sean países ricos que, sin embargo, dependen en gran medida de los préstamos exteriores para su subsistencia. Como matiz, llamo la atención del lector sobre el hecho de que las revueltas más madrugadoras se hayan producido en aquellos estados árabes con un mayor flujo turístico. La razón es sencilla, al recibir un gran número de turistas (en su mayorías procedentes de países occidentales), están más y mejor informados y son más conscientes de que ahí fuera existen otras alternativas políticas mucho más soportables y llevaderas.

Lo más alarmante es la imprevisión de occidente sobre el aumento exponencial de la probabilidad de este tipo de conflictos por obra y gracia de una crisis económica tan profunda como la actual. Existen antecedentes cercanos que, al menos, deberían haber servido para tener en cuenta tal posibilidad. Sin ir más lejos, el desmoronamiento final y casi repentino de la antigua Unión Soviética fue el resultado de la crisis financiera de los años 90 del siglo XX, golpe de gracia tras las crisis de los ’70 y ’80.

Los estados soviéticos se derrumbaron al secarse el crédito internacional y verse obligados a destinar su producción interior a la venta exterior para obtener “moneda dura” con la que hacer frente a sus deudas. Esto desembocó en un desabastecimiento general de productos de primera necesidad, disparó la inflación hasta cotas insoportables y el hambre se volvió una amenaza real para una inmensa mayoría de la población. La falta de recursos llegó incluso a afectar a la estructura propia de los regímenes, alcanzando a enormes masas de funcionarios, muchos de ellos cuya función resultaba vital para el mantenimiento del orden y la capacidad disuasoria mediante la aplicación práctica del terror a gran escala. En cuanto la población detectó la imposibilidad de sus gobernantes para ejercer la fuerza en la proporción necesaria, los diferentes regímenes de aquella unión forzosa de repúblicas socialitas se derrumbaron en breves lapsos de tiempo uno tras otro.

Pero tampoco nos engañemos creyendo que la resolución de los enigmas de nuestro tiempo se resuelven fácilmente aludiendo a unos pocos acontecimientos. El encarecimiento del petróleo es algo previsible desde hace ya décadas. Se trata de un bien finito sometido a una demanda que tiende a infinito. Por lo que la tendencia del precio será al alza. Si, además, se produce una desestabilización geopolítica que afecta a la zona de mayor producción del mundo, es evidente que el precio se disparará de manera mucho más inmediata. En este caso, se puede paliar de forma temporal si se persuade a determinados países para que aumenten su producción y contengan de forma unilateral los precios. Pero, en el mejor de los casos, será un alivio pasajero. Y es cuestión de tiempo que las cosas sigan sus curso.

Pese a ello, Occidente en su conjunto, en mayor o menor medida, sigue resistiéndose a la única solución paliativa posible: la energía nuclear. Y el caso español es el paradigma por excelencia; el más claro intento de suicidio de un estado occidental. Un país en el que la solución energética  consiste en poner un taco de madera en el acelerador de los automóviles particulares. Entre tanto, un bólido llamado crisis avanza a 300 kilómetros por hora y se ríe de las improvisadas limitaciones de velocidad hechas en PVC imantado al dictado de un señor bajito y calvo que se ha empeñado en hacer el trabajo sucio de un tal Rodríguez, manteniendo, eso sí, las mismas cotas de estupidez antropológica.

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5 comentarios:

  1. Queridos amigos.

    Me sumo sin paliativos a las tesis aquí mantenidas por D. Javier. La ceguera de occidente, y su apoyo a los dictadores, en detrimento de sus pueblos, pasa y pasarán factura. Lo veremos y con bastante crudeza.

    El tema de la crisis energética es otra variable, que aunque vital para las Naciones, está muy mal tratada, en España en especial. Buen día

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  2. Saludos, completamente de acuerdo con el artículo, es la única forma de que España salga del agujero sin fondo donde está, la energía nuclear, ya que la crisis que sufre españa, aparte de financiera, es productiva, España en la actualidad no es buena produciendo nada, y no tiene capacidad suficiente para generar trabajo para todos sus habitantes, 4 millones y medio de parados, se dice pronto, si esta gente no trabaja no puede gastar dinero, si no gasta dinero, todos los sectores se ven repercutidos negativamente, ¿dónde y cómo ofrecer un futuro a 4 millones y medio de personas? De la noche a la mañana no se puede, y si se espera que el propio mercado laborar los reabsorba a todos, lo llevamos claro (es lo que creen los políticos), no hay que facilitar la mobilidad, ni protegerles cuando caigan en desgracia, sino darles un trabajo para vivir, con las centrales nucleares se reactivaría todo el sistema, ya que cientos de industrias relacionadas volverían a tener trabajo. La verdad, considero más peligroso que bajo nuestros pies circule gas natural que la posibilidad de una hecatombe nuclear por una central. Que ese es otro tema... ¿Es seguro alargar el ciclo de vida de las centrales a más de 40 años? sabemos que esta no es una decisión técnica, sino puramente política, y todos conocemos de sobra que todos nuestros políticos son físicos-nucleares...

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  3. La estupidez socialdemócrata de Europa nos ha llevado a esta situación, absurda donde las haya, pasando en quince días de rendir pleitesía a un asesino a apoyar a aquellos que se rebelan contra él.

    Porque España, con la época Zejas, ha sido el paradigma de la estupidez socialdemócrta y/o progre.

    Sufriremos la carestía del oro negro, y puede que hasta del gas, mientras la progresía se seguirá negando al uso de la energía nuclear... más que nada por cuestión de principios. Esos mismos principios progres del Zejas son el fin de nuestro país como lo hemos conocido en la última década.

    ¿Reducir la velocidad? ¿Y que tal prohibir la circulación de vehículos propulsados por derivados del petróleo? Qué ganas de multar tiene el calvo bajito.

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  4. Dá asco ver a Zp de rodillas ante todos los sátrapas del Golfo Pérsico, vendiendo España al mejor postor. Es cierto lo q comentan + arriba, hoy rendimos pleitesía, mañana se nos abrirán las carnes por tanta falta de democracia. FARISEOS!!!

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  5. Es evidente que el socialismo tiende a desaparecer en los países civilizados.

    Para evitar que esto suceda en Europa, existe un plan conscientemente elaborado por las fuerzas del “Lado oscuro”.

    Este plan consiste en implantar “El proyecto de José Luis Rodríguez Zapatero”.

    ¿De que trata este Proyecto?
    Este proyecto trata de utilizar todos los medios necesarios para arruinar a España antes de que acabe está legislatura.

    ¿Y que se consigue con esto?

    Se consigue pasar a la historia como el personaje que en la primera década del siglo XXI, cumplió su cometido de crear un Bunker socialista dentro de Europa. A cambio de transformar a España (concepto discutido y discutible) en el último reducto tercermundista, dentro de un continente “Civilizado”.

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