miércoles, 26 de junio de 2013

Rompiendo el silencio. John Müller sobre Catarsis: "El Régimen ha muerto y no se ha enterado"

La Tercera Ola [John Müller en El Mundo.es]
Los auténticos émulos españoles de Acemoglu y Robinson, los famosos autores de ¿Por qué fracasan los países?, son Benegas y Blanco. Aunque César Molinas es quien dio fama a los profesores norteamericanos en España al popularizar aquí el término "clases extractivas" para referirse a un establishment depredador, son Javier Benegas y Juan M. Blanco los retratistas del desquiciamiento institucional de España en su libro Catarsis, editado por Akal.

La calidad de las instituciones es lo que realmente hace que las naciones tengan éxito o fracasen. Esa es la conclusión que se desprende del libro de Acemoglu y Robinson. Por eso su diseño es tan importante, como sostenía el economista James Buchanan, fallecido a comienzos de 2013, a quien Benegas y Blanco rescatan en uno de los capítulos centrales de Catarsis. Los autores también aliñan con trabajos de economistas comoGordon Tullock o Douglas North y con pasajes históricos de enorme pertinencia (la comparación de la Restauración con la etapa actual es muy sugerente) un texto de 352 páginas que se lee rápidamente porque está muy bien escrito. Y que esté bien escrito significa que está muy bien pensado.
Hay afirmaciones que se pueden discutir, pero lo que no se puede negar es que los autores son coherentes. Su tesis es que el régimen nacido de la Transición está muerto y todavía no se ha enterado. Esta misma impresión la tuve en diciembre de 2010, el año en que el Gobierno de Zapatero salió del estado de negación, con el discurso de Navidad de don Juan Carlos. Al margen de su respaldo a las reformas y al equilibrio de las cuentas públicas, en todos los demás ámbitos parecía que el monarca se refería a un país que ya no existía en la realidad. Esa misma sensación es la que describen los autores en esta obra. Desde el punto de vista formal, el trabajo de Benegas y Blanco está a medio camino entre la agilidad del periodismo, que salvo notables excepciones dice estas mismas cosas pero con menos armazón intelectual, y el trabajo de tesis que lo circunscribiría a las élites que, como todo el mundo sabe, en España son muy propensas al subsidio y por ende al silencio, vicio que los autores también subrayan. En definitiva, es un alegato muy sólido y atrevido que toca a todas las instituciones, incluida la prensa.
Otra característica de la obra es que a Benegas y Blanco les importa España. No sé si la quieren patrióticamente o no, pero están muy preocupados por el destino de esta sociedad. Es aquí, sin embargo, donde el libro en mi opinión flaquea ya que deposita cualquier posibilidad de regeneración en un actor que ni está ni se le esperalos ciudadanos y la sociedad civil.
Es lógico que sea así, porque Benegas y Blanco, como nos ocurre a muchos, percibimos a los ciudadanos y al concepto liberal de 'sociedad civil' como la izquierda preleninista veía a la clase obrera: como un estamento bondadoso, inmaculado y redentor. Desgraciadamente la sociedad española es bastante más compleja, imperfecta y dotada de muchas menos virtudes que las que necesitamos para diseñar instituciones que reformen nuestros vicios.

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1 comentario:

  1. La sociedad civil ni quiere ni es capaz de pilotar nada, y menos en España. El paradigma de sociedad civil, la norteamericana, no vertebró su sistema político. Lo hizo una élite ilustrada que tenía unos objetivos muy claros y que acercó su proyecto a los ciudadanos con derecho a voto a través del debate público. La sociedad civil se interesa por sus problemas más acuciantes, pero se necesitan dirigentes de gran estatura moral, intelectual y política para poner unos cimientos que resistan grandes terremotos. Todos podemos ver el poder que tiene la sociedad civil en cualquier país del mundo. Quitando Islandia, y sus impagos consentidos, oscila entre cero y nada.

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