jueves, 23 de diciembre de 2010

A veces no es mala fe; tan sólo ignorancia

Juan Manuel Blanco
Decía Groucho Marx que la política “es el arte de crear un problema para poder aplicar la solución equivocada”. Desgraciadamente, el gran cómico americano no vivió lo suficiente para comprobar que su graciosa frase acabaría describiendo, con gran precisión, la gestión de tantos dirigentes españoles que, al comprobar el fracaso total de una medida (incluso con un evidente empeoramiento del problema que pretendían resolver) siguen justificando su proceder con frases del tipo: “la ley era buena pero los resultados no han sido los deseados por una insuficiente dotación presupuestaría”. Como es de esperar, cuando finalmente se incrementa sustancialmente el gasto asociado y la intensidad de la medida, suelen observar decepcionados que, lejos de resolver el problema, lo único que han logrado es ¡agravarlo todavía más! No hace falta ser muy perspicaz para saber que si el medicamento que se administra al paciente no es el indicado para su dolencia, es imposible curar la enfermedad doblando la dosis.

Las medidas que proponen y ponen en práctica los políticos fracasan muchas veces porque, en el fondo, su objetivo no consiste tanto en mejorar el bienestar de los ciudadanos como en favorecer los propios intereses de los dirigentes. En otras ocasiones, sin embargo, las medidas tienen buena intención pero los que las diseñan carecen de la información, formación o capacidad suficientes para poder determinar todos sus efectos. Se trata generalmente de políticas torpes que pretenden resolver problemas complejos con recetas extremadamente simplistas aunque, con demasiada frecuencia, bastante onerosas para los contribuyentes. No cabe en estos casos argumentar mala fe sino ignorancia, desconocimiento y grandes dosis de atrevimiento.

Ni siquiera para los individuos es siempre sencillo tomar buenas decisiones para sí mismos. La realidad es compleja y cambiante y el futuro está plagado de incertidumbres. Mucho más complejo resulta proponer y aplicar medidas adecuadas cuando se sobrepasa el ámbito individual y la decisión afecta a todo el colectivo social, algo característico de la política. En estos casos, a la incertidumbre hay que añadir el hecho de que las medidas políticas y los cambios legislativos dan lugar a complejas modificaciones en los incentivos de millones de individuos y en sus expectativas, algo que previsiblemente alterará su comportamiento y su forma de interactuar con otros sujetos. Surge entonces el conocido fenómeno de las consecuencias imprevistas o no deseadas de las políticas: el resultado final puede ser otro muy distinto al previsto. La iniciativa puede incluso provocar unos incentivos perversos en los individuos, consiguiendo un resultado contrario al que se pretendía. La historia es rica en ejemplo en las que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

Las decisiones políticas deben llevarse a cabo tras un concienzudo y riguroso análisis de sus previsibles consecuencias y aplicar un principio de prudencia: si no se conocen con relativa certeza los efectos de una medida, mejor no tomarla o aplazarla hasta mejor momento. Y, naturalmente, los encargados de tomar estas decisiones deben poseer la cualificación y conocimientos suficientes para poder comprender todo el proceso y valorar pros y contras. Sin embargo, durante todos estos años, el parlamento nacional y los autonómicos han venido generando toneladas de nueva legislación o cambios en la existente, modificando así de manera constante las reglas del juego sin grandes reflexiones previas sobre sus consecuencias últimas. La prensa recoge dos casos destacados esta misma semana. Se ha procedido a una enésima modificación del código penal (al parecer, ha sido cambiado 22 veces desde el año 1995), recogiendo que la responsabilidad penal, que desde siempre ha sido exclusiva de las personas físicas, se amplia a las personas jurídicas (casualmente, quedan excluidas de esta responsabilidad penal, las instituciones públicas, los partidos y los sindicatos). La segunda de ellas es la definitiva aprobación de la ley antitabaco, que prohibirá fumar en los locales cerrados de uso colectivo, incluidos bares y restaurantes. Y la dudas que me surgen son las siguientes ¿alguien ha estudiado las previsibles consecuencias de estas medidas? ¿conocen realmente los diputados lo que votan y sus consecuencias? No resulta sencillo saber de antemano, por ejemplo, si la ley antitabaco logrará que la gente deje de fumar o, más bien, tendrá como resultado el cierre de un número apreciable de locales de hostelería con un incremento del desempleo y de las personas en situación realmente apurada. Creo que todos sospechamos el previsible resultado pero, en todo caso, la prudencia dicta siempre no aprobar una medida si existe la razonable posibilidad de que se generen estos efectos perversos. Como mucho, cualquier dirigente responsable retrasaría su aprobación a otros momentos en lugar de aplicarla ahora, con muchas empresas al borde de la quiebra. A no ser, claro, que a ninguno de los de arriba les importe lo más mínimo lo que pueda suceder. Y ni siquiera hayan oído hablar nunca de las consecuencias imprevistas o no deseadas de las políticas.

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5 comentarios:

  1. Ciertamente, pecan de ignorantes y de atrevidos. Nunca piensan en el bien común o en hacerle daño al menor número de ciudadanos posible, ni en el sentido común, sólo son precavidos cuando les afecta a sus intereses.

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  2. AHORA EL LOCO DE ZP SALE CON QUE LLEVA DOS AÑOS LUCHANDO CONTRA LA CRISIS. HA HABIDO ALGUIEN TAN MENTIROSO EN EL PODER, ESPAÑOL, NI DIGNO DE VALLE INCLAN Y SUS RUINOSIDADES?

    LO PEOR ES QUE ANTES DEL MES DE VACACIONES DE LOS DIPUTADOS QUE COBRAN 6.000 EUROS PERO TRIBUTAN COMO MIL, RAJOY LE HA ECHADO UN CAPOTE Y UNA SONRISA COMPLICE QUE YA ES EL COLMO. RAJOY NO PUEDE GOBERNAR ESPAÑA, NO TIENE LO QUE HAY QUE TENER NI HACE LAS COSAS COMO SE DEBEN HACER, IDIOTA EL QUE LO VOTE.

    SOLO ROSA DIEZ VOTO POR LIMITAR LOS PRIVILEGIOS DIPUTADOS. EL PAIS NO TIENE REMEDIO, LA SENTENCIA ESTÁ ECHADA.

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  3. José Bono abandonó el martes el hemiciclo del Congreso durante más de media hora, tras levantarse el veto del Senado a los Presupuestos Generales de 2011 y mientras se debatía la nueva ley antitabaco, para reunirse en su despacho oficial de la Cámara Baja con un emisario del promotor Francisco Hernando, El Pocero, que realizó obras de mejora en la hípica propiedad de Bono -pagadas por la firma Porcelanosa- y fue presuntamente favorecido por éste, durante su etapa como presidente de Castilla-La Mancha, para construir un polémico macrocomplejo urbanístico en Seseña (Toledo).

    Un portavoz oficial de Bono ni confirmó ni desmintió a El Confidencial el encuentro del presidente del Congreso con el periodista Alfredo Urdaci, responsable de comunicación e imagen de El Pocero y mano derecha del constructor. Urdaci, sin embargo, admitió, en conversación telefónica con este periódico, que Bono le recibió en su despacho, pero rehusó precisar qué asuntos abordaron. "Fue personal", se limitó a señalar. Y ante la insistencia para que aclarase lo tratado durante la reunión, añadió: "Personal, sin más".

    Su encuentro con Urdaci llama todavía más la atención porque se produjo durante una sesión parlamentaria especialmente intensa, Según publicó El Confidencial el pasado 21 de mayo, El Pocero presumió en privado en varias ocasiones de haber regalado en 2005 un Porsche Cayenne valorado en más de 80.000 euros a la entonces esposa de Bono, Ana Rodríguez Mosquera. Por aquella época, el ahora presidente del Congreso mantenía una excelente relación personal con el constructor, que más tarde se truncó. En septiembre de 2008 El Pocero aseguró en una entrevista: "Con el señor Bono no tengo ya el gusto de tratar".

    ESTO YA ES CASI COMO ARGENTINA, O EL PRI DE MEXICO.

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  4. La realidad cruda y dura, es que el Estado no produce riqueza; es al contrario, o sea que la malgasta y dilapida. La obra que paga el Estado siempre es mucho o muchísimo más costosa que la que paga o realiza la iniciativa privada; y ello es sencillo, el particular no tiene “otros pagos extras” como parece ser tiene el Estado; elige al mejor constructor, fabricante o técnico y con los que pactará siempre, la mejor terminación y al menor precio... “es su bolsillo el que defiende y lo hará como vulgarmente se dice... o sea como gato panzarriba”; cosa que con el dinero público no se hace; y a la vista está la cantidad de chanchullos, chapucerías, cuando no deficiencias enormes, tiempo en terminarse y todo tipo de dificultades cuyos costos y de evaluarse, serían (posiblemente) motivo de delito o exigencia de daños y perjuicios a quien fuere.

    Por todo ello, un aparato estatal sobre cargado de empleados es pernicioso por demás y ello es algo ya constatado en la historia de los gobiernos del hombre; puesto que y por ejemplo; es mentira lo que se nos quiere decir sobre que el Imperio Romano se lo cargan, “los bárbaros del norte”. El Imperio se lo cargan “los bárbaros empleados públicos”, que en hordas verdaderamente destructivas, acaban con toda la riqueza del antes próspero Imperio; y lo resume el emperador Caracalla, con aquella terrible frase en la que dice tajantemente... “Ya somos más los contribuidos que los contribuyentes”.

    Así pues, para prosperar de verdad; un Estado tiene que tener el mínimo y necesario aparato oficial, cobrar los mínimos impuestos y dejar en poder del emprendedor particular, los máximos recursos dinerarios, para que el que de verdad sepa emprender, rinda todo lo que su cerebro le permita; puesto que éste es el verdadero soporte de un Estado próspero y el que de verdad va a crear empleo y por tanto riqueza distributiva y que llegará a toda la nación. Y si presta dinero público (nunca subvencionar nada) tiene que tener las garantías plenas de que el Estado va a cobrar el préstamo en su totalidad, incluidos los intereses; para lo que ha de emplear la flexibilidad máxima, puesto que si no... “sería un vil usurero más”.

    Eso sí; ese emprendedor no puede llegar a “monopolista” y arbitrar los precios y condiciones de un monopolio; no digamos si se llega a lo que hoy padecemos, con esos oligopolios salvajes y avariciosos en demasía, que se quedan con todo lo que debiera ir a manos mucho más productivas de lo que estos grandes parásitos producen, que a la vista está lo que nos han producido... y aún así, siguen chupando los recursos de los que ya ni se dispone... pero que incluso endeudando al Estado en grados ya delictivos, siguen “exprimiendo el inmenso limón”; mientras las masas se hunden en la miseria y ya no puede trabajar ni el que de verdad tiene ganas e ideas para hacerlo; emprendiendo nuevos caminos o ampliando los que ya tienen en marcha. Esto tiene un nombre y es el de INJUSTICIA TOTAL.

    Así pues, menos subvenciones, menos ayudas a fondo perdido y mas gente a trabajar y a producir, que la gente sepa que el bienestar se obtiene con el trabajo bien hecho, el ahorro, la buena administración, la austeridad necesaria, así como la honradez imprescindible... cosas todas estas, que hoy han debido emigrar a ni sabemos donde.
    Antonio García Fuentes
    (Escritor y filósofo)
    www.jaen.ciudad.org (allí más)
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  5. El achacar a la ignorancia las convulsiones políticas es una señal de benevolencia por su parte. Yo mas bien creo que delincuentes de todo tipo han llegado a los partidos donde se han instalado y con unas reglas inadecuadas obtienes beneficios personales y de "casta" impensables por otras vías.Hay que ser extremadamente malvado para tomar determinaciones que destruyen la nación, ignoran las tradiciones y someten la cultura a criterios inventados como el "multiculturalismo". Tras de todo ello hay dinero, no hay ideas.

    El poder se hereda en las castas: del Padre Jordi Pujol, el hijo Oriol Pujol, y vayan días y vengan hoyas....etc, etc...En la raiz esta la ignorancia fomentada por esta clase dirigente y desembocara, si Dios no lo remedia, en una nueva tragedia nacional.....

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