lunes, 11 de abril de 2011

Cuerpo a tierra que viene la UE al rescate

Javier Benegas
Escribía Paul Johnson en su libro “Tiempos modernos” que, tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, el empeño del presidente norteamericano Woodrow Wilson por cobrar los 11.000 millones de dólares prestados a los estados Europeos contendientes, contribuyó al estancamiento y posterior recesión económica que duró una década, y que desembocó en una nueva guerra mundial.

Argumentaba Johnson que la obstinación por cobrar ese dinero carecía de un verdadero sentido práctico, ya que los perjuicios económicos que ocasionaba su devolución superaba con creces los beneficios, también económicos, que habría representado su condonación.

Al insistir en el cobro de ese dinero, en unos momentos más que complicados para unos estados sumidos en el desastre y abrumados por la ingente tarea de la reconstrucción, Woodrow Wilson añadió un lastre insuperable a la economía de posguerra. También según Johnson, EE.UU. podría perfectamente haber dado por perdido ese dinero a cambio de verse beneficiados por una mayor demanda comercial y un incremento progresivo de una balanza de pagos favorable. Sin embargo, la mala imagen del gobierno norteamericano, tras una participación que fue juzgada como desastrosa en el tratado de Versalles, hizo que Wilson tratara de enjuagar su torpeza presentando ante sus ciudadanos una determinación implacable a la hora de cobrar lo prestado; es decir, el interés electoral primó por encima de la política a largo plazo y el resultado fue desastroso.

"que los ciudadanos islandeses, griegos, irlandeses y portugueses, sean los responsables o no de este desastre, pagarán con sangre, sudor y lágrimas los agujeros de unos gobernantes irresponsables y unos banqueros impresentables"

Sin embargo, lejos de aprender aquella lección, los gobiernos occidentales actuales, bajo mínimos en la valoración que de ellos hacen sus ciudadanos por la imprevisión y mala gestión en la actual crisis económica, parece que está empujando a unos y a otros a cometer idénticos errores en los casos de las quiebras soberanas de Grecia, Irlanda y, ahora también, Portugal. Aunque esta vez existe una importante novedad en este tipo de intransigencia y ceguera. Si bien es cierto que, mientras son los bancos de estos estados los que tienen a su nombre la deuda soberana de los países quebrados, se muestran inflexibles, la cosa cambia significativamente en cuanto esa deuda es recomprada con dinero público del fondo de rescate de la UE. En este segundo caso, es más que posible que, llegado el momento, se produzca reestructuración en alguna medida de esas deudas soberanas. Pese a ello, la reestructuración, es decir, la quita, no parece que vaya a ser demasiado benévola. Por lo que los ciudadanos islandeses, griegos, irlandeses y portugueses, sean los responsables o no de este desastre, pagarán con sangre, sudor y lágrimas los agujeros de unos gobernantes irresponsables y unos banqueros impresentables.

En cualquier caso, todo parece indicar que esta intransigencia no sólo condenará a estos países a una crisis larga y dolorosa, sino que producirá un efecto boomerang como el descrito por Paul Johnson tras la Primera Guerra Mundial, y afectará a la economía del resto de países occidentales.

En el caso del rescate a Portugal, serán los bancos españoles los principales beneficiarios [recomiendo leer en este enlace el post escrito por Juan Manuel Blanco]. Y tan pronto como el Presidente portugués anunció que su país solicitaría el rescate de la UE y el FMI, los bancos del IBEX 35 experimentaron subidas en sus cotizaciones, descontando así que los 70.000 millones de euros que según parece tienen comprometidos en bonos portugueses están asegurados y podrán cobrarse. Al poco, uno de los principales bancos de nuestro país anunciaba unos incentivos para su ejecutivos, de cara a final de 2011, de más de 170 millones de euros. Eso sí, una vez los bancos españoles tengan el dinero en sus manos por la vía de la imposición política a los contribuyentes europeos, entonces la intransigencia dará paso a una posible reestructuración de la deuda si las circunstancias lo convierten en algo inexorable. De esta forma, los banqueros trasladarán sus pérdidas a los estados, y éstos a su vez a los ciudadanos. Por ello, la presión impositiva directa e indirecta aumenta, las prestaciones sociales bajan y las jubilaciones se atrasan. Claro que menos renta disponible y menos ahorro también equivalen a menos consumo, y menos consumo es igual a más desempleo y más crisis. Y así sucesivamente hasta donde la economía aguante.

Para finalizar, decía hace unos pocos días Don Emilio Botín, Presidente del Banco Santander, que ellos habían sido los claros ganadores en esta crisis. Entiendo que se refería a su banco en comparación con los demás grandes bancos. No obstante, y tras lo expuesto en este post, tal afirmación se podría entender en un contexto mucho más amplio; es decir, que, una vez más, ellos – los bancos – siempre ganan. Y, en lo que a los ciudadanos se refiere, ya saben lo que dice el refrán, "cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar".


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3 comentarios:

  1. Kali Rossi;
    ...."hasta que la economía aguante..." Sí. Y yo me pregunto ¿dónde están los beneficios archimillonarios que decían los bancos tener antes de la crisis?? Los banqueros no son hermanitas de la caridad, claro. Ellos se "quedan" con todo el dinero que pueden. PERO CUÁNDO REACCIONARÁ EL PUEBLO ESPAÑOL? Los que pueden abusar de los débiles LO HARÁN hasta que ÉSTOS lo permitan. Nada más. Saludos

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  2. Los españoles no reaccionaran nunca somos un pueblo sumiso mietras haya futbol.
    Ante la dictadura de Franco no se reacciono y el dictador murio en la cama, pero el regimen todavia sige disfrazado de falsa democracia sustentado por la constitucion de 78 donde la punta de la piramide es la monaquia ilegitima y franquista

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