jueves, 19 de julio de 2012

El peligroso arte del recortador

Juan Manuel Blanco [en Vozpopuli.com]
El ajuste presupuestario anunciado por el Gobierno constituye un intento de cumplir, al menos en la forma, las condiciones impuestas por nuestros socios tras el rescate del sistema bancario. Por supuesto, es imprescindible recortar gasto público para reducir drásticamente el enorme déficit estructural que nos arrastra con fuerza hacia el abismo. Y también para recuperar la confianza de unos mercados que nos niegan el pan y la sal.

Pero el recorte dista de ser arte sencillo. Al igual que en la tauromaquia, el recortador debe poseer tacto, reflejos, sensatez, aplomo, valentía, sentido de la oportunidad y gran visión del espacio. Por desgracia, a juzgar por las serias impericias en tiempo, forma y fondo, los encargados de esta delicada faena parecen carecer de tan extraordinarias destrezas, corriendo un serio riesgo de acabar empitonados. Los ajustes llegan con retraso, escasean en ejemplaridad y adolecen de un enfoque demasiado cortoplacista, que posterga para ulteriores ocasiones los necesarios cambios estructurales.

Por su propia naturaleza, las medidas de ajuste deben tomarse sin dilación, en el mismo momento en que se tiene constancia de su necesidad, atajando los problemas en lugar de paliarlos. Y acometerse con convicción, por delante de los acontecimientos, nunca a remolque de éstos. Los ciudadanos soportan mejor las medidas dolorosas en una sola aplicación y al principio de una legislatura, momento en el que un gobierno goza de mayor legitimidad. Las toleran peor a cuentagotas, por improvisados fascículos, especialmente cuando los dirigentes argumentan en cada entrega que se trata de la última.

 El Gobierno dejó pasar su mejor oportunidad en enero, pues aplicó entonces unos ajustes claramente insuficientes, quizá esperando unos acontecimientos favorables que nunca llegaron. No comprendió que la inconstancia y la improvisación generan descrédito y acaban provocando una agria respuesta social. Pasados los meses, el público acepta de peor grado la anunciada austeridad.

Una imperiosa ejemplaridad

Dado que los recortes son dolorosos e impopulares, es imprescindible contrarrestar su efecto con otras medidas que, aun no implicando ahorro significativo, posean un fuerte componente de ejemplaridad. Los dirigentes deben mostrar su disposición a compartir los sacrificios, algo apenas contemplado en los planes del Gobierno.

En circunstancias tan apuradas, no basta con recortar un 20% las subvenciones a partidos, sindicatos y patronal: urge eliminarlas en su totalidad. No es suficiente reducir el número de liberados sindicales: debe cambiarse inmediatamente la ley para suprimir tan absurda como injusta figura. Ni resulta admisible solicitar al ciudadano sangre, sudor y lágrimas mientras se mantienen escandalosas partidas de gasto como aquellas que sufragan las televisiones públicas, estatales o autonómicas. ¿Cómo explicar a la gente que suben los impuestos pero se mantienen estructuras administrativas y empresas públicas creadas para colocar a militantes, simpatizantes y amigos?

Además, el necesario equilibrio presupuestario requiere un enfoque de largo plazo, pues ésa es la visión de los mercados. Sin embargo, algunas de las últimas decisiones parecen ancladas en un corto horizonte temporal, con demasiado énfasis en el déficit de este año y cierta despreocupación por la evolución futura.

Al parecer, el Estado suprime la paga extraordinaria de navidad de los funcionarios pero anuncia que la devolverá dos años después, aportándola a un fondo de pensiones. Por desgracia, los previsores mercados no pueden ver aquí ahorro público alguno: la presente reducción de 2.000 millones se cancela con ese mismo incremento a dos ejercicios vista. Dado que no hay cambio en el balance intertemporal, sólo un aplazamiento, difícilmente mejorará la prima de riesgo por este concepto.

¿Cuál es el fundamento de una medida que enoja a los funcionarios pero no contenta a los mercados? Sólo hay desventajas, sin ningún rédito apreciable. A no ser que… el objetivo sea meramente contable y de imagen: aplazar este gasto permite al Gobierno disminuir dos décimas el déficit de este año, trasladándolas a otro ejercicio. Quizá otra argucia de pura táctica cortoplacista. Los funcionarios se disgustan, su productividad probablemente cae, los mercados financieros ni se inmutan pero el Gobierno se pone una medalla ante Bruselas.

Una devaluación fiscal incompleta

Por su parte, la combinación de incremento del IVA y reducción de las cuotas a la Seguridad Social constituye una política conducente a la mejora de la balanza comercial ya que abarata los bienes nacionales con respecto a los extranjeros. Las importaciones soportan más IVA pero este tipo más elevado no afecta a las exportaciones, que pagan los impuestos del país de destino. Y los bienes producidos en España se benefician de una fiscalidad más baja por la reducción de las cuotas. Por ello, la conjunción de ambas medidas ejercería un efecto similar al de una devaluación de la moneda.

Sin embargo, una apropiada “devaluación fiscal” no debe generar cambio alguno en la recaudación total. El presente caso está sesgado hacia el aumento del IVA, ya que un punto de reducción de las cuotas a la SS se aplaza para el año próximo. Otro guiño miope a favor del saldo presupuestario de este año.

Aun tarde y con muchos defectos, preferible es adoptar alguna medida que no acometer ninguna. Pero las decisiones fundamentales, aquellas que conducen a un imprescindible cambio estructural, todavía están por llegar. Urge un plan de reducción y reestructuración de la hipertrofiada administración pública, especialmente autonómica y municipal y una estrategia de liberalización de los mercados que elimine esas barreras, establecidas por los políticos, que entorpecen la labor de los emprendedores.

Aceptémoslo, no será fácil acometer todos los cambios necesarios sin una profundísima reforma de este cadáver ambulante que es el sistema político salido de la transición. Esa es la verdadera palanca para superar todas las crisis que confluyen en esta tormenta perfecta.


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5 comentarios:

  1. Querido Juan Manuel,
    Admiro como siempre tu saber expresar tan bien lo que muchos pensamos, el que se están cambiando pequeñas cosas para que en el fondo nadie cambie, es decir, un sector público (estatal, autonómico y local) concebido como cortijo para los designados en listas cerradas.
    Ahora bien, una de las medidas que propones parece carecer de todas esas cualidades que propones (tacto, reflejos, sensatez, aplomo, valentía, sentido de la oportunidad y gran visión del espacio)y parece más bien una medida radical y populista (las cualidades que tanto denostas en movimientos como el 15M). Me refiero a lo de eliminar de golpe toda la subvención que reciben partidos y sindicatos. No sólo sería inconstitucional (y dirás, pues que se reforme la Constitución) sino terriblemente injusto, creando más problemas de los que soluciona. Simplemente entra dentro de esa corriente impulsada por la consigna de los medios de derecha (la inmensa mayoría) de acabar con los sindicatos a toda costa, atribuyendoles toda clase de desmanes con brocha gorda. Por tanto, impropio de alguien de tu altura intelectual.
    Sería injusto porque en general los sindicatos y partidos de izquierda a duras penas podrían sobrevivir con cuotas o donaciones privadas, defendiendo en general a personas con las rentas más bajas que quienes son representados por organizaciones de empresarios o partidos conservadores. El ciudadano de clase media o trabajadora tendría mucho más difícil la defensa de sus derechos o la representación parlamentaria sin que los sistemas democráticos abordasen la tarea de sostener en cierta medida las organizaciones que proveen esta defensa y representación política. De lo contrario tendríamos un sistema como el norteamericano donde las grandes multinacionales, las empresas armamentísticas o los colectivos adinerados sufragan a los partidos que les interesan.
    Pero es cierto que nada es blanco ni es negro. De modo que tú, que presumes de moderado, serás capaz de ver la radicalidad de tu propuesta y convenir que tal vez dicha subvención deba limitarse de modo que los integrantes del sindicato cobren salarios modestos compatibles con el ejercicio de su propia profesión y se revise el papel y el número de los liberados. Ahí podríamos estar de acuerdo. Si por el contrario, defiendes la eliminación de toda organización de protección de los derechos socioeconómicos y constitucionales, habré de concluir que propones un vaciamiento de la democracia muy similar al que está llevando a cabo el Gobierno, utilizando al parlamento como simple foro de convalidación de sus nefastos Decretos.

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    1. Buenas tardes,
      No será usted sindicalista o cargo electo, ¿no?
      No nos cuente bulerias sobre lo injusto que es no subvencionar a sindicatos y partidos, porque sencillamente no cuela.
      Le voy a poner un ejemplo práctico de lo que significa asumir una responsabilidad a la que nadie te obliga.
      Yo soy médico. Además de desarrollar mi trabajo asistencial me encargo de la formación de los médicos residentes de mi servicio, lo que implica organizar rotaciones personalizadas, tramitar por partida doble las que son externas, con los servicios receptores y con nuestra comisión de docencia, que nos pide la emisión de un plan de objetivos teórico-prácticos, además de un informe justificativo docente asistencial de la necesidad de la rotación. Estamos además obligados a diseñar temarios de estudio,a elaborar programas de sesiones semanales, ayudando a los residentes de los primeros años en sus búsquedas bibliográficas. También tenemos que preparar planes de investigación y elaboración de comunicaciones y artículos, por no hablar de los planes de entrevistas estructuradas periódicas con cada uno de los residentes del servicio, las evaluaciones anuales de acuerdo a lo exigido por el ministerio de sanidad, amen de los informes personalizados que nuestra comisión de docencia nos exige.
      Y todo eso lo hacemos por las tardes, o en los salientes de guardia, a cambio de 0 euros anuales y por 0 horas de liberación.
      Para lo que hacen los sindicalistas, les daba yo la misma remuneración y liberación, y aún les sobrarían horas y euros. Y sé bien de lo que hablo porque los tengo muy cerca y sufro los frutos de sus "desvelos" desde hace muchos años.
      El señor articulista tiene toda la raón cuando habla de los estertores de la constitución post franquista, mal que les pese a muchos, que se revisten de ese tonillo conciliador y condescendiente, propio del que enseña al que no sabe, para darnos a todos lecciones de "consenso" ( que sí, que buenooo, pero que no, que muchos son muy trabajadores y que a ellos les debemos "nuestros derechos", que es mucho más democrático revisar cifras, pero que siga la mamandurria). Pero resulta que el consenso no es democracia, y que si la mayoría pide una reforma no tiene porque conformarse con ese sucedaneo que beneficia a un puñado y que ya les colaron a nuestros padres.
      Si me da usted a elegir, "me pido" parecerme a EEUU. Porque por mucho que nos venda esa visión demagógica de la financiación de los partidos, sólo tengo que recordarle a usted cual gobierna en estos momentos. Aunque lo que tal vez le aterre de aquel país sea la escasez de subvenciones y el despido libre. ¿Por qué tiene tanto miedo a vivir sin subvenciones?, ¿tal vez desconfía de sus méritos?

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    2. Donde puse demagógica quise decir maniqueista

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  2. los que pretenden cambiar las cosas son los funcionarietes porque se les quita alguno de sus tantos privilegios, y los sindicales chupópteros que viven como DIos del erario Público y venden al trabajador de calle a cambio de lo que sea?? funcionarios y sindicos CCOO UGT son la misma tropa y casta sindical-gubernamental... ESTE PAIS SOLO CAMBIA CUANDO COLAPSE SU CORRUPTA ESTRUCTURA POLITICA Y SINDICAL.. o sea cuando colapse entero, o reviente... algo nuevo mejor saldrá, probablemente, GRACIAS A QUE LOS INVERSORES NO SE FIAN DE ESTA MAFIA PLUTOCRATICA y de partidos degenerados, con los opusinos de bandera final pero mástil siempre.

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  3. Anónimo 19/07/2012 17:20:00
    Estimado Sr., comparto en un 100% sus comentarios, al contrario que el de Participativa19/07/2012 15:44:00. Ya es hora de que en España nos distingamos por nuestra preparación, trabajo y/o esfuerzo más que por el partidismo, amiguismo, "familierismo" o los de profesión listillos y/o folloneros.
    Hasta ahora y durante muchos años, ¡TUER MUNDO CALLAO!. Cómo se puede explicar esto?
    Reconozco que podrán pagar justos por pecadores (porque justos hay muchos, pero... hay quien no sepa que esto se debe, precisamente y "casualmente" a todos los enumerados anteriormente? Veanse: políticos, familiares y afines, banca, listillos, sindicatos y millones de "afines" a estos "salvadores de la patria y humildes trabajadores".
    Por cierto, sabemos ya algo, aunque sea mínimamente, sobre la contabilidad de los sindicatos? (y otros listillo). Sus sueldos, dietas y otras "pequeñeces" de las que se benefician?.
    Poooor favor!!!
    Todos esperamos, como agua de mayo, que empiecen con los VERDADEROS recortes a ellos mismos.
    Y el Senado, entre otros (a los Cenadores con c) cuándo lo mandan a achicar a un 70%?. Sería una prueba de que "nuestros" políticos empiezan a dignificarse.
    Amén.

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