miércoles, 4 de junio de 2014

Un reinado poco ejemplar

Juan Manuel Blanco [en Vozpopuli.com]
El anuncio de la abdicación del rey ha pillado por sorpresa a propios y extraños. No por el hecho sino por el inesperado momento. Existía un plan para el relevo, un acuerdo por el que Juan Carlos cedería el trono en un plazo suficiente y ordenado, intentando recuperar parte de su imagen pública. Pero algún súbito elemento contribuyó a elevar la presión hasta el límite, precipitando los acontecimientos. Se ha especulado con el hundimiento electoral de los partidos dinásticos. Con la imparable caída de la popularidad de la Corona, lastrada por los manejos para impedir a toda costa la imputación de Cristina, aun retorciendo hasta el límite el Estado de Derecho. O con los inexplicados viajes al Golfo, en medio de incesantes rumores sobre enjuagues y comisiones.
El cerco en torno a Juan Carlos se estrechaba con revelaciones periodísticas que desmentían su "heroico" pasado, apuntaban a un mayor conocimiento de los negocios de Urdangarin o sugerían un nombre árabe como supuesto testaferro. Incluso un diputado llegó a presentar una pregunta en el Congreso solicitando aclaración sobre supuestas comisiones por intermediación en negocios del Golfo. Unos hechos que pudieron desesperar definitivamente a los últimos partidarios de retrasar el relevo. El creciente bombardeo no sólo afectaba al prestigio del rey: la propia monarquía estaba en juego.
La renuncia ponía fin a un reinado con más sombras que luces, falto de transparencia, controles y responsabilidades. Los medios contribuyeron a crear un tabú alrededor de la figura de Juan Carlos, ofreciendo una visión falsa e idealizada, repleta de embustes y ocultaciones. El rey pudo actuar durante décadas a su antojo, exento de los controles propios de una monarquía parlamentaria. La ausencia de frenos permitió comportamientos dudosos, difícilmente digeribles por la opinión pública, espoleados por una inviolabilidad no limitada a sus actuaciones institucionales sino extensible de manera abusiva a todos los asuntos privados. Y los gobiernos difundieron una peligrosa falacia, una mentira para protegerse: debido a esa inmunidad, las actuaciones del rey no podían ser investigadas. Esta fue la excusa para mantener la opacidad.
Inviolable pero investigable
La inviolabilidad impide que el rey sea procesado pero no implica que su responsabilidad penal quede en suspenso o impune: recae sobre las autoridades que refrendan sus actos por acción u omisión. De hecho, todos los actos del monarca quedarían cubiertos por el denominado refrendo presuntoEl Gobierno asumiría la responsabilidad general de la actividad de la Corona y sólo podría eludirla presentando su dimisión ante disconformidad con la conducta del rey. Es decir, que si el monarca cometiera alguna irregularidad, la responsabilidad sería atribuible al Gobierno si éste tuviera conocimiento de ella. No existía, por tanto, impedimento u obstáculo, aparte de la falta de voluntad, para investigar las actividades reales pues éstas podrían derivar en responsabilidad de personas procesables.
La "preparación", esa excelsa cualidad del aspirante al trono, nunca se exigió a los políticos que ocupan importantes cargos
Juan Carlos cede el trono dejando a su hijo un panorama desolador. Una monarquía con credibilidad bajo mínimos, un régimen carcomido hasta los cimientos que amenaza con derrumbarse y un país desintegrado, desmoralizado, dominado por el caciquismo, el clientelismo y la corrupción. Pero sirve de poco cambiar la persona sin transformar las instituciones. Quienes argumentan que el príncipe está muy “preparao” imitan a aquellos aduladores que dirigían exagerados elogios a Juan Carlos. Olvidan que la monarquía no puede basarse en las cualidades o la buena voluntad de su titular sino en estrictas reglas, adecuadas leyes, eficaces mecanismos de control y garantía de trasparencia. Y en unos lazos emocionales que, una vez rotos, se recomponen con muchísima dificultad. Quien pretenda restaurar el prestigio de la Corona tiene por delante una tarea hercúlea que no admite atajos. Requiere profunda reforma y estricta ejemplaridad. La "preparación", esa excelsa cualidad del aspirante al trono, nunca se exigió a los políticos que ocupan importantes cargos. La España del absurdo ataca de nuevo.
Otro "error Berenguer"
Felipe no es sólo heredero al trono. También, si las informaciones son ciertas, futuro beneficiario de esa fortuna valorada en 2.000 millones de dólares que la prensa internacional atribuye a su padre. Si desea recuperar la credibilidad de la monarquía, debe aferrarse a la transparencia aclarando todos los detalles. El público está demasiado cabreado para aceptar una suerte de amnistía o ley de punto final, un entierro del pasado como si nada hubiera ocurrido. Otro "error Berenguer" ochenta años después. Sin levantar las alfombras, muchos podrían ver la abdicación como un "coge el dinero y corre" para burla y escarnio de los sufridos ciudadanos. 
El debate sobre monarquía o república ya está en la calle. La legitimidad de la monarquía hereditaria no puede emanar de la historia, la inercia o la costumbre sino del consentimiento mayoritario de los ciudadanos, que deberá expresarse oportunamente en un referéndum. Sin embargo, la verdadera urgencia, el objetivo fundamental no es la naturaleza del jefe de Estado sino las reformas que conduzcan a un sistema político con efectiva separación de poderes, representación directa, rendición de cuentas e instituciones neutrales y objetivas. Esas reformas que los partidos dinásticos se negaron a acometer y que implicarían la inauguración de un nuevo régimen. Hay que mantener la cabeza fría, ignorar los señuelos y atender a las prioridades. Los caballos delante del carro. Sea monarquía o república, lo prioritario es que el sistema cumpla los requisitos exigidos. Poco ganaríamos cambiando una monarquía bananera por una... república platanera.
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5 comentarios:

  1. Señor Blanco ; muchas gracias por estar siempre ahí. Al principio, mis amigos se quedan sombrados de que yo, que siempre me he mantenido al margen de la política pudiera rebatir algunos temas con tanta seguridad y acierto. Podría haberme mantenido disfrutando de su asombro pero no era justo que no divulgase la fuente de mi conocimiento. En mi círculo La Tercera Ola ya no es la injusta desconocida.

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  2. El bourbon abdica porque lo de Catalunya CON LOS CATOLICONES HEREJES demolitio sistach/forcades/Benavent/Caram y cía MUNDIpolitica se va al carajo en serio, Y NO QUIERE QUE LE SAQUEN SUS CUENTAS EN SUIZA como hicieron los de CiU con el PP y Barcenas, al sacarles la gran mafiada latrocinio que es el clan PUJOL democristianete naziCAT.

    NO POR OTRA COSA, ahora ya. El penco Cañizares a felársela por ultima vez.

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  3. Juan Carlos abdica porque su comportamiento, el de su familia y el de los dos partidos que mantienen la monarquía, han llevado al ascenso de facciones incontrolables. A ver si vamos a terminar siendo Venezuela en Europa, pegados a Marruecos y en la entrada al Mediterráneo. De ahí las explicaciones pedidas a Margallo. Las cuentas en Suiza no son ilegales, se han cansado de decírnos lo que ya sabíamos, mientras seguimos sin respuesta a la pregunta de si el monarca cumplió con sus obligaciones fiscales a la recepción de la herencia de su padre. La versión monárquica del "¿qué hora es?, manzanas traigo". Pero qué más da, dentro de una semana empieza el mundial, y para que vamos a preocuparnos de tonterías.

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  4. Puede parecer increíble que en un país con un déficit enorme y en aumento, no solo económico, sino social y educativo, los medios de comunicación y la mayoría de los políticos se empeñen en objetivos que poco pueden hacer para solucionar el verdadero problema y que, a su vez, se solucionan fácilmente sin tanto ruido mediático. Pero con ligero análisis de lo que está ocurriendo deberíamos darnos cuenta con facilidad de que el motivo que esta sinrazón esté ocurriendo es el que, una vez más, nos explica el Sr. Blanco con su acierto habitual: En este país de pandereta todos los poderes están en las mismas manos y las manos que tienen el poder son miopes ante el desastre que se avecina.
    Y da lo mismo que hablemos de “pp, psoe, upd, etc, etc” (en minúscula porque ninguno se merece otra cosa), o ahora metamos también en el caldero a un personaje con coleta que lo que busca es también satisfacer su orgullo e ignorancia en cuanto a lo que realmente hay que hacer.
    Si el rey abdica, dimite, se va a cazar golondrinas o se dedica a pintar eso es cosa del Rey; al fin y al cabo, debemos agradecerle el buen trabajo realizado estos años, pero no olvidar que es un hombre que ha demostrado que la integridad no está en su agenda, y que no es precisamente un ejemplo de virtud para nadie. Que el hijo continué por el mismo camino que su padre o mejore su proceder, eso está por ver pero mucho me temo que con la casta política a la que sirve y de la que es uno más, pocas cosas van a cambiar,
    Dicho esto, por mi parte antes de caer en la incongruencia demencial de los comunistas o del hombre de la coleta, prefiero que las cosas sigan como están, porque si pensamos que una "democracia bolivariana" es el remedio, que Dios nos pille confesados.
    Muchas gracias Sr. Blanco, por hacernos comprender de forma tan inteligente lo poco inteligentes que somos. Saludos desde El Bierzo.

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    1. Los problemas son distintos según los implicados. Para los que tienen todo el poder que éste esté en sus manos no es un problema. Que al personal se le hinchen las narices y puedan darse cuenta de ello sí lo es. Y como deciden los que tienen todo el poder, la cosa está clara. Dentro de unos años tendremos al rey Felipe, la crisis se irá pasando y el poder seguirá en las mismas manos. Y una vez devuelto el bienestar, volveremos a confundirlo con la democracia, y aquí no habrá pasado nada. Todo consiste en aguantar el tirón con la ayuda de unas ligas, unos mundiales, unas copas de Europa, unos torneos de tenis, un controlado enfrentamiento partidista y el recambio de algunas figuras para que todo siga igual. Podemos va a venir como anillo al dedo. A partir de ahora el republicanismo (por ejemplo) se va a materializar en lo propuesto por esta formación, y cualquier debate se cerrará con descalificaciones simplistas sobre el tema. Entre Podemos y lo que hay hay muchas opciones inteligentes, creo que España se merece algo más que esa simplificación. Pero ya tengo una edad y tampoco me hago ilusiones.

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