viernes, 4 de febrero de 2011

La Maldita España

Javier Benegas
Este artículo fue publicado en su momento en Elconfidencial.com. Pero pienso que sigue siendo perfectamente vigente ya que recoge, a mi juicio, una importante reflexión: que todas las personas, en mayor o menor medida, tenemos una responsabilidad que asumir. Y que, poco o mucho, lo que cada uno de nosotros pueda hacer por defender la causa de la Libertad será en su momento trascendental. Espero que compartáis conmigo este análisis.

La maldita España
Javier Benegas

“Una tierra seca, estéril y pobre: el 10% de su suelo no es más que un páramo rocoso; un 3%, pobre e improductivo; un 4%, medianamente fértil; sólo el 10% francamente rico. Una península separada del continente europeo por la barrera montañosa de los Pirineos, aislada, remota. Un país dividido en su interior mismo, partido por una elevada meseta central (…) Ningún centro natural, ninguna ruta fácil. Dividida, diversa, un complejo de razas, lenguas y civilizaciones distintas: eso era y es España”.

Así da comienzo John Huxtable Elliott a su libro La España Imperial (1469-1716). Un periodo fascinante porque, pese a lo descrito en el párrafo anterior y a la carencia abrumadora de recursos naturales, España se convirtió en una nación cuya realidad alteró el equilibrio de poder del viejo continente. Y no sólo eso, sino que Elliot va más allá y considera que el Reino de España, en ese corto espacio de tiempo, revolucionó los regímenes de entonces, inoculando el germen que daría lugar a los estados europeos modernos que hoy conocemos.

Pero, pese a lo deslumbrante que pueda parecer ese periodo de nuestra historia, Elliot transita de las luces a las sombras y se hace también otra pregunta, ¿cómo pudo esa misma sociedad perder su ímpetu y su dinamismo creador (…) en un periodo de tiempo tan corto como el que necesitó para adquirirlos? En el momento presente, en el que tras quince años del mayor crecimiento económico que hayamos conocido nunca, estamos viviendo la crisis más grave que se recuerda, esta pregunta vuelve a ser clave.

Hecho el planteamiento, no abundaré sobre debates vigentes, sino que voy a ir más allá y trataré de poner a cada uno de nosotros, a priori sin poder alguno sobre el devenir de los acontecimientos, frente al espejo de lo que somos: la maldita España.

El fracaso de una nación es el fracaso de sus ciudadanos

Cuanto más se analizan, más evidente resulta que los grandes éxitos y los más abrumadores desastres no son fruto de un acontecimiento singular sino de sucesos mayores y menores, jalonados por infinidad de pequeños hechos. Y, por ello, la suma de nuestros actos individuales, por irrelevantes que nos parezcan, cobra gran importancia.

Cada día que pasa tenemos más presente que el actual modelo político es factor fundamental en nuestro grado de postración, pero esta evidencia no debe ahorrarnos el duro e imprescindible examen de conciencia individual y llegar al fondo último de la cuestión. Porque, poco o mucho, lo que hemos hecho y dejado de hacer influye en todo cuanto sucede.

Por todo ello, la Historia no entiende de equidad, y el fracaso de una nación se convierte en el fracaso individual de cada uno de sus ciudadanos y viceversa. Así pues, si España es una gran nación, nos beneficiamos en el ámbito de lo material y somos respetados en lo personal. Si, por el contrario, España se consuma como un estado fallido, nos veremos en la lamentable tesitura de pagar el desastre de nuestro bolsillo, con sangre, sudor y lágrimas, y nuestra reputación, en lo personal, se verá mermada. Ello afectará al ámbito de lo privado, ya sea a nuestro negocio, actividad profesional o aspiración individual. Da igual en qué región del Estado vivamos o hayamos nacido, ni a qué nos dediquemos. La Historia, cuando ajusta cuentas, no hace distinciones.

Sin iniciativa

No voy a negar que las acciones de cualquier político en ejercicio producen efectos infinitamente mayores que aquellos que son fruto de los actos de los ciudadanos de a pie, diferencia que se ve exacerbada en una democracia de tan baja calidad como la nuestra. Pero nada es irrelevante. Justificar la dejación de nuestra responsabilidad, alegando que nuestra capacidad de influir no es ni remotamente simétrica a la de la clase política, no va a hacer que el que nos hundamos o salgamos victoriosos de esta terrible prueba deje de depender, de una forma u otra, de nosotros mismos. A la vista está que es el pueblo llano el que paga las facturas y carga sobre sus hombros el peso de las crisis. La clave es ser más influyentes: estamos necesitados de talento, creatividad, iniciativa y coraje.

Si descontamos la pésima clase política, la lamentable perversión de nuestro sistema político-económico y ese pequeño ejército de personajes menores, entre los que se encuentran algunos artistas, periodistas, sindicalistas, empresarios y banqueros, nos queda lo que se ha dado en llamar la “sociedad civil”. Y esa sociedad civil que se dice ausente no es otra cosa que nosotros mismos: la maldita España.

Para ser justos, debemos reconocer también que las bases de los partidos políticos que padecemos, se nutren de nuestros hijos. Y que éstos aprenden con rapidez que es más fácil trepar reptando como las serpientes que ascender remontando el vuelo como las águilas. Así pues, hay que hacer un llamamiento a la responsabilidad a todos ellos.

Muchas actitudes, que ahora denunciamos, forman parte de nuestro acervo colectivo. Esto significa que mientras aplaudimos el discurso del mérito y el esfuerzo, seguimos en el convencimiento de que una buena relación social, o una oportuna e interesada amistad, siempre es mejor que cualquier sacrificio. Por lo que también parece necesario que los ciudadanos revisemos nuestra escala de valores para que éstos sean consecuentes con nuestras demandas.

Al final de este túnel lo que hay es un precipicio

En mayor o menor medida, hemos aceptado vivir como serviles en vez de como ciudadanos dignos, y ello ha sido a mayor gloria de nuestro interés particular. Ahora, el inexorable devenir de la Historia nos está enseñando por enésima vez que el beneficio individual está íntimamente ligado al buen o mal hacer de todos. Y que España, con toda su mugre, no es más que el espejo en el que hemos de mirarnos.

Si el sistema político, preso de sus intereses e inercias y por culpa de su letal lentitud, es incapaz de cambiar el rumbo de colisión, deberíamos ser nosotros quienes hiciéramos algo al respecto. Porque cuanto más tardemos, más expuestos estaremos a que sean las cigarras las que se manifiesten, mientras que, como estúpidas hormigas, nos limitaremos a contemplar cómo son vaciadas nuestras despensas.

Hasta hoy hemos actuado como las sociedades europeas en vísperas de la Primera Guerra Mundial, tal y como las describió Paul Johnson: paralizadas y asqueadas, deseando que comience la debacle. Y esta actitud será devastadora. Los desastres no hacen que las sociedades se vuelvan mejores. Más bien al contrario. Se llevan por delante a una parte importante de la población (generalmente la más valiosa), empobrecen al resto y dejan tras de sí una ingente labor de desescombro. Durante un tiempo, se crea el espejismo de más y mejores oportunidades. Pero el hecho es que las sociedades retroceden en el tiempo. En el caso de España, en un contexto geopolítico como el actual, si se consuma el colapso, es más que probable que no volvamos a levantar cabeza.

De una forma o de otra, los ciudadanos somos la infantería del propio sistema político-económico que nos lleva hacia el desastre. Y es a nuestros lomos que cabalgan los jinetes del Apocalipsis. Y el reloj se ha parado: no hay más tiempo. Así que sólo queda lanzar un par de preguntas, ¿van a hacer ustedes algo al respecto?, ¿o van a seguir creyendo que seremos rescatados por la UE a instancias de Angela Merkel, cuyo país, Alemania, no nos tiene en gran estima?


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11 comentarios:

  1. Yo diría que el fracaso de una Nación es el fracaso de sus políticos, que la conducen y nos han llevado a donde estamos.

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  2. NO TENEMOS SOLUCION POSIBLE SIN LA IMPLICACION DE TODA LA SOCIEDAD CIVIL EN LA EXIGENCIA DE LA REGENERACION EN LA UNIDAD LA IGUALDAD Y LA RESTITUCION DE UNA VERDADERA DEMOCRACIA DE REPRESENTACION EFECTIVA Y SEPARACION EFECTIVA DE PODERES CON UNA JUSTICIA INDEPENDIENTE Y SANEADA DE TODOS AQUELLOS QUE SE HAN DEJADO CORRONPER POR EL PODER LEGISLATIVO ¿POLITICOS? Y HAN EJERCIDO SU LAVOR SEGUN SUS INSTRUZCIONES DEJANDO SUS DELITOS INMUNES.
    NO TENDERMOS FUTURO SIN UNA REORGANIZACION QUE DETENGA EL SEPARATISMO Y EL APARGEY QUE EJERCEN SOBRE LA CIUDADANIA E IMPIDEN LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES.
    PARA TODO ESTO DEBEMOS REVOLUCIONARNOS CONTRA ESTA GIGANTESCA ESTAFA POLITICO GUBERNAMENTAL.

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  3. El fracaso de una nación es el fracaso del sentido común de sus ciudadanos, que por miedo y falta de confianza en si mismos, depositan su voluntad en personajes incompetentes y faltos de escrúpulos, que poco a poco y de manera gradual les acercan al borde del abismo.

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  4. Excelentísimo artículo, tremendamente enjundioso, espléndido y admirable, Sr. Benegas. Bravo!!! Merece un Oscar. Le admiro y le felicito muy efusivamente.

    Ay!!! esta maldita España de mis amores ... Pero ¿Por qué? ¿Cuál ha sido y es la causa eficiente de tanta mugre, tanto desorden mental, tanta falta de principios y valores en nuestro comportamiento individual y colectivo? Y lo curioso es que en nuestra Historia ha habido hombres y hechos extraordinarios de relevancia e incidencia universal, que han jalonado la Historia del mundo. ¿Por qué? ¿Por qué? Me lo puede Vd. aclarar, Sr. Benegas.

    Le reitero mi enhorabuena. Saludos. Miguel.

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  5. LO QUE ESTA CLARO ES QUE SI SE COMPLICA INSTITUCIONALMENTE LA COSA , LOS MONARCAS SE HABRAN ACABADO PARA SIEMPRE EN LA HISTORIA HISPANA. Y NO SERA POR AVISOS.... PERO NO SE IRAN DE ROSITAS Y SIN DEVOLVER LO QUEMADO Y ROBADO, Y COHECHADO A MANTAS.

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  6. El que dice que el fracaso de una nación es el fracaso de los políticos no se da cuenta que él los ha elegido.
    No, es lo que dice claramente el artículo. Los políticos son el reflejo de la sociedad.
    Hemos de cambiar de mentalidad, hemos de conseguir poner en movimiento nuestra razón, nuestro propio impulso, nuestra voluntad de cambiar las cosas, ... y tantas otras cosas.
    Nuestra educación cambiarla, nuestra competitividad modernizarla, nuestra productividad mejorarla, ...
    En pocas palabras: entrar en el corazón de Europa y adaptarnos a todo lo que realmente comporta la civilización occidental.
    Se me ocurre un ejemplo reciente. Merkel dice: adaptar los sueldos a la productividad. Cándido, UGT, dice: sueldos con el IPC. Y los españoles se lo creerán, ¡qué candidez!
    En Alemania, años 60 y principios de los 70: los sueldos y el IPC iban parejos. Las crisis de entonces fueron superadas por Alemania con diversas adaptaciones, entre otras: mejorar la competitividad, adaptar los sueldos a la productividad, especializar la gran mayoría de empresas en las tecnologías propias de Alemania...

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  7. Buen artículo y buenos comentarios, al hilo de los cuales os adjnto lo último que acabo de escribir y que resume, como otras veces, una visión de la situación de nuestro país, cuyas pinceladas se leen en los comentarios anteriores.

    Espero que lo publiquéis si os parece oportuno porque tampoco es como para rasgasrse las vestudiras.

    Si no lo queréis publicar, aquí va el enlace en Facebook y luego irá a mi blpg.

    http://www.facebook.com/reqs.php#!/notes/inma-capo-panades/sus-y-a-ellos-a-por-el-botin/127541523983320

    En cualuquir caso, con este link podíes leerlo todos y si os parece bien, me lo decís y lo publicaré.

    y seguimos...

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    Respuestas
    1. He leido su articulo y me ha parecido muy bueno, lastima que no sea comprensible para la mayoria de los españoles

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  8. Sr. Benegas, llevo varios días dándole vueltas al tema de los Bancos, del sistema financiero. No quiero explayarme aquí sobre el tema. Aunque parezca o sea una barbaridad, me permito preguntarle: ¿Sería necesaria o conveniente su nacionalización? Ahí se lo dejo ...

    Saludos. Miguel.

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  9. Sr Benegas:

    ¿Cuál de sus artículos no sigue vigente? Vamos, invente algo nuevo. Siempre con esa claridad de ideas que le caracteriza, siempre dando en la diana. No vale republicar escritos bajo la excusa de su vigencia.

    Desde el inicio mismo de PCM, todo lo allí publicado sigue vigente igualmente. ¿Ha cambiado algo? Sí, que España ha ido de mal a peor.

    Hagamos cosas nuevas, abramos los ojos a la gente; uno a uno de nuestros amigos, de nuestros familiares. Divulguemos este foro y aledaños.

    Pongámonos manos a la obra, porque todos esos discursos escritos valen la pena sólo en el caso de que lleguen a una gran masa de gente asqueada.

    Saludos.

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  10. "El fracaso de una nación es el fracaso del sentido común de sus ciudadanos, que por miedo y falta de confianza en si mismos (ADEMAS DE UNA ABSOLUTA IGNORANCIA POLITICA Y ORGULLO DE NO QUERER CAMBIAR), depositan su voluntad en personajes incompetentes y faltos de escrúpulos, que poco a poco y de manera gradual les acercan al borde del abismo."

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