lunes, 25 de abril de 2011

La Prensa en España: entre el clientelismo y la desinformación

Juan Manuel Blanco
En no pocas ocasiones, resulta bastante agotador y frustrante el intento de obtener información fidedigna y rápida sobre ciertas noticias importantes en España. Teóricamente, debería bastar con consultar cualquier medio de comunicación pero el proceso puede ser mucho más complicado en la práctica: suele ser necesario comparar la noticia en varios medios y realizar un gran esfuerzo de lógica y sentido común para separar la realidad de la manipulación.

Es fácil observar cómo la misma noticia puede presentarse de muy diferente manera y cómo muchas informaciones importantes aparecen en algunos medios pero no en otros. En ocasiones, el titular de la noticia no se corresponde completamente con el contenido e incluso puede llegar a ser contradictorio con éste. Así que el lector intersado se ve obligado a juntar las diversas aportaciones y gastar tiempo y esfuerzo para separar el grano de la paja. Y resulta especialmente grave que este fenómeno se manifieste especialmente en aquellas informaciones que son más cruciales para el buen funcionamiento del sistema democrático: las que se refieren al comportamiento de los dirigentes y a la acción de los gobiernos.

Las exposición de este tipo de noticias resulta un tanto manipulada porque, en contra de uno de los principios fundamentales del periodismo, en España no siempre se separa la información de la opinión. Esta última se vierte con profusión en la redacción de algunas noticias, en la selección de éstas y en los llamativos titulares, haciendo que los editoriales sean ya un tanto redundantes y de poco interés.

Por el contrario, en los países más serios, la prensa intenta dar las noticias con objetividad y neutralidad, dejando las valoraciones para los artículos de opinión. Así, el ciudadano puede estar bien informado leyendo la sección de noticias de un solo medio. Si, además, desea contrastar diversos puntos de vista puede leer la sección de opinión de varios periódicos.

El ideal de funcionamiento de los medios pasaría por una prensa comercial, plural y competitiva que se debe a sus lectores, pagando éstos por los servicios. Los medios no tendrían incentivos para manipular la información pues, a la larga, perderían lectores en favor de sus competidores. La publicidad, contratada por empresas cuyo único ánimo sería el de incrementar las ventas de su producto, constituiría otra vía de ingresos. Cuanto mayor fuese la difusión el medio, más ingresos directos y también más recaudación por publicidad. Naturalmente, el poder político no tendría ningún papel ni influencia sobre los medios, que se beneficiarían de la libertad de expresión.

Es evidente que en ningún lugar del mundo funciona la prensa de forma tan ideal. Sin embargo, en algunos países se acerca más al modelo correcto mientras que en otros, como el nuestro, se encuentra muy alejada. Y la explicación puede encontrarse en el tipo de relaciones que establece el poder con los diversos grupos sociales y económicos. En España, como en otros lugares, predominan las relaciones clientelistas, es decir, el intercambio de favores y los sistemas de privilegios.

El clientelismo es un sistema caracterizado por unos políticos o dirigentes que otorgan favores, dádivas o privilegios a ciertas personas o grupos concretos cambio de apoyo para obtener el poder o mantenerse en él. Este intercambio de favores necesita mecanismos que permitan una elevada dosis de discrecionalidad y arbitrariedad en las decisiones públicas para poder beneficiar a algunos grupos a costa de otros: normas complejas cuya puesta en práctica resulta discutible, leyes que no se aplican generalmente pero reservan al poder la capacidad de usarlas a voluntad, a modo de chantaje o extorsión etc. En este contexto, desaparece la teórica igualdad de los ciudadanos ante las decisiones del poder. Este sistema clientelista se encuentra muy extendido en España, no sólo en las relaciones del poder político con la prensa sino también en las relaciones con buena parte de las grandes empresas, sindicatos, patronales y otros grupos de presión.

La principal debilidad de la prensa en España ha sido su gran dificultad para poder vivir de los ingresos obtenidos directamente de sus lectores. Esto ha creado una dependencia del poder político en cuanto a subvenciones e ingresos por publicidad institucional. En otros casos, la dependencia se encuentra en la necesidad de una concesión por parte de los gobiernos. Si nos fijamos en las radios, la política de concesiones de los gobiernos autonómicos difícilmente podría alcanzar un mayor grado de favoritismo hacia los amigos y partidarios.

Como consecuencia, los grupos mediáticos tienden a establecer alianzas con los gobiernos y los grupos políticos, tendiendo a manipular la información en favor de éstos. Así, leyendo las noticias que se publican y su redacción, no resulta difícil identificar con bastante facilidad el partido (o más concretamente la facción del propio partido) con el que se encuentra alineado cada uno de los medios. Leyendo ciertos artículos, también se puede intentar adivinar quienes son los periodistas que reciben favores o dádivas de cada uno de los partidos, con altas probabilidades de acertar.

La publicidad privada tampoco ha permitido a los medios una vía hacia la independencia dado que una buena parte de las grandes empresas (que abarcan una cuota muy importante de la publicidad) también se encuentran inmersas en estas enormes tramas clientelistas. Existen relaciones poco confesables entre el poder político y algunas grandes empresas, cuyo negocio depende en gran medida de sus relaciones con el gobierno, sea este nacional autonómico o municipal. Estas empresas no suelen ser neutrales ni su publicidad es puramente comercial, ya que la influencia política es fundamental para el éxito en los negocios.

De este modo, poder político, grandes empresas y medios de comunicación establecen entre sí unas relaciones complejas y poco transparentes, que determinan finalmente el tipo de información que sale al mercado, dejando a los lectores un papel mucho menos destacado. Así, los políticos y las grandes empresas intentan influir sobre la publicación de noticias, la manera de tratarlas y el calendario para distribuirlas. Por su parte, los medios representan también su papel en este sistema clientelista, negociando ventajas con la capacidad de presión que supone poder lanzar una determinada noticia o no sacarla. Al final, la información se convierte en un recurso de uso privado que se intercambia por otros favores, en lugar de constituir un servicio abierto a todos los ciudadanos.

También se observa en los últimos tiempos una falta de separación entre la información relevante para el ciudadano y aquella que constituye un mero entretenimiento (lo que se conoce como informaciones de “interés humano”, el mero cotilleo etc.). Como un buen ejemplo, los medios audiovisuales suelen vender como una noticia destacada la declaración de un dirigente político en la que descalifica al partido contrario o a alguno de sus miembros. Para estirar más la noticia, se intenta obtener la respuesta, pretendidamente ingeniosa, del partido aludido. Aunque estas noticias puedan ocupar la primera plana, en cualquier país serio quedarían relegadas a la sección de chismes y cotilleo.

Los diarios en la red suscitaron en su momento una gran esperanza de regeneración de la información, algo que no se ha logrado en la medida de lo esperado. En efecto, su coste inferior y su gran flexibilidad para actualizar las noticias y para permitir la participación de los lectores hacían esperar una mayor independencia y una gran revolución de la información que rompiese los estrechos moldes del sistema clientelista. Sin embargo, los diarios digitales de libre acceso adolecen de una debilidad: su enorme dependencia de la publicidad en un mercado que, como hemos visto, se encuentra dominado por los gobiernos y por unas empresas en connivencia con el poder político. Éste es el gran talón de Aquiles de la prensa en Internet, algo que obliga a muchos diarios digitales a participar de las reglas del juego impuestas al resto de los medios con el fin de conservar una buena parte de sus ingresos publicitarios.

Como conclusión, necesitamos una nueva prensa que actúe con objetividad en el tratamiento de la información relevante para los ciudadanos y que establezca una separación entre ésta, la opinión y el entretenimiento. Una prensa que, de forma adicional, sea capaz de ofrecer un análisis más sosegado de la información, presentándola dentro de su contexto, exponiendo las causas y consecuencias de los sucesos. Este periodismo de análisis es típico de los semanarios de información política, actualmente inexistentes en España.

Debe ser una prensa cuyos ingresos no dependan de los poderes públicos ni, por los problemas anteriormente descritos, basarse exclusivamente en la publicidad. Es decir, al menos una parte de sus ingresos deben provenir de los pagos directos de sus lectores. Y es que nada es gratis en esta vida; mucho menos una prensa de calidad. Quizá algún año de estos.

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11 comentarios:

  1. Amigo Juan Manuel. Precisamos de manera urgente en España, prensa independiente. La prensa hoy es la vocera de los partidos políticos que la alimentan

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  2. Es que todo menos el papel higiénico está subcencionado, la prensa, los bancos, los partidos políticos, los sindicatos.
    Y lo peor de todo es que nos hacen creer que nos son necesarios e imprescindibles, si no.....
    Si no, nada, Bélgica ha batido records sin gobierno y ¿qué? , pués y que nada.
    AQuí lo único necesario es el papel higiénico.

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  3. Completamente de acuerdo, por mi parte solo añadir mi mas sincera felicitación al autor por tan acertado artículo y esperar que, como dice: Quizás algún año de estos.
    M. Álvarez.

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  4. Amigo Juan Mnauel,

    Te quedas corto en tus apreciaciones. El PARTIDO DE LOS MAYORES Y AUTONOMOS (PDMA) está sufriendo en sus propias carnes cómo los Medios (comprados)no nos dan cancha.¡Y eso que respresentamos a más de TRECE MILLONES! de ciudadanos.

    No solo las injustificables subvenciones que reciben, sino la INUTIL propaganda institucional.Un gasto que el PDMA reclama suprimir.¿Para qué valen los MILLONES DE EUROS de Ministerios,Comunidades y Ayuntamientos?.¿Es que tienen competencia?.Como ejemplo del absurdo de los absurdos: el CANAL DE ISABEL II (Madrid) anunciando agua: es el ÚNICO PROVEEDOR.¿Cabe mayor disparate?...

    En fín, esperamos que el 22-M esto empiece a cambiar.Mientras tanto, nuestros mensajes sólo los podemos hacer llegar a través de on line (como éste).

    Saludos cordiales.

    DE OBJETOS PASIVOS A SUJETOS ACTIVOS

    RAMON CALVO
    Presidente PDMA

    http://www.partidodemayoresyautonomos.com/

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  5. La situación es insostenible pero la mayoría de los ciudadanos no busca información. El artículo presentado es magnífico y corto a la vez pero es un esfuerzo por hacernos abrir los ojos para que cambiemos los únicos que podemos hacerlo si nos unimos.
    Mirad también esta página que encontré:
    http://sites.google.com/site/tsorosenlasletras/conocer-para-crecer

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  6. Es necesario reformar el sistema electoral, la constitución para limitar las competencias de las autonomías, controlar el gasto de forma real, eliminar subvenciones a partidos, sindicatos y demás chupópteros ... suprimir privilegios de los políticos, limitar los mandatos, que los jueces elijan al CGPJ, TC y Supremo .... Por desgracia no hay en España partido ni líder que tenga h....s de emprender ninguna reforma. Y esta es la desgracia de los españoles.

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  7. Modestamente creo que la situación es peor que la que describes, aquí todo se mueve en función de los partidos, que son los auténticos tiranos del siglo XXI y nos quieren vender democracia cuando lo que practican es el absolutismo y el despotismo. Democracia no es meter en un sobre una lista de idiotas cada 4 años. Es algo que ignoran estos desaprensivos que corrompen todo, prensa, medios, personas.. Y que aunque cazados infraganti no dimiten, y se permiten comentarios como el del PSOE de Ecija (será porque de allí eran los famosos bandoleros). Infumable este país que podía ser una maravilla.

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  8. Los partidos politicos con este sistema viven de maravilla, y la prensa, sindicatos, y todo el que forma parte del sistema corrupto, mas todos los pesebreros. Con este panorama que podemos esperar, yo no se lo que se puede hacer para remediarlo pues esta tan enquistado que haria falta un bisturi muy afilado para meterle mano, A VER QUIEN TIENE EL BISTURI.

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  9. Muy bien descrito la corrupción de otra célula más de este cuerpo social que sumado a los demás órganos enquistados cómo dice otro comentario, hacen muy dificil la solución.Esta solamente pasaría por la creación de un nuevo partido que nos aglutine a todos los que queramos luchar por transformar este estado de cosas.pp

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  10. Excelente artículo.
    En España como en la mayoría de las mal llamadas democracias occidentales hemos delegado en unos funcionarios, elegidos a ciegas (listas cerradas), el control de nuestras vidas. Los partidos políticos se han hecho con el control absoluto, disponiendo reglamentos, licencias, leyes a medida y subvenciones para aquellos que están en su corro de influencia. Así los más fuertes se benefician de las decisiones de los que ocupan el poder y el ciudadanos de a pie queda indefenso. A mayor tamaño de gobierno menor libertad. Un gobierno elefantiásico siempre favorecerá la creación de pocos y poderosos grupos de comunicación en manos de sus amigos. Los medios pequeños son ahogados económicamente.
    La gran revolución del siglo XXI en cuanto comunicación será Internet en la medida en que los usuarios lo empleen en algo más que consultar la lotería y los resultados del fútbol.
    No podemos ocultar nuestra responsabilidad como ciudadanos libres de informarnos e informar.
    No olvidemos que la libertad es un derecho que hay que ganarse cada día.

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  11. Quizás os guste saber que en Barcelona se puede disfrutar de un espacio de radio 100% libre y severo con los mangantes que nos gobiernan. Os recomiendo 'En el aire con Serrat, de lunes a viernes, a las 9, en el 106.9 de la FM. Os sorprenderá escuchar hablar tan claro de política y sociedad, sin mordazas ni miramientos.

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