martes, 26 de noviembre de 2013

Mérito y esfuerzo: otra broma pesada

Javier Benegas [en Vozpopuli.com]
Una de las evidencias más reveladoras, una de tantas, del desquiciamiento del sistema político español es que este gobierno, que no sólo ha renunciado desde el primer día a la regeneración institucional de España, sino que en la práctica ha elevado a la enésima potencia la concentración del poder político-económico, defienda la “ley Wert”, y al ministro que la promueve, haciendo alarde de la cultura del mérito y el esfuerzo. Y en el colmo del absurdo, martillo en mano, están dispuestos a clavar ambos principios en las paredes de las escuelas como si fueran crucifijos. 

Estos leales servidores del Régimen olvidan de manera conveniente que, al haberle hurtado al sacrificio del común su correspondiente recompensa, el binomio mérito-esfuerzo ha quedado reducido a un voluntarismo forzoso más propio de los esclavos que de los hombres libres.   

Es tal el despropósito, el contrasentido, la paradoja, que no voy a analizar los aciertos o errores en los que esta reforma incurre, ni siquiera voy a valorar si resuelve el peor de todos los males de los que aquejan a las universidades españolas, que no es otro que haberse convertido en el último refugio del sectarismo más recalcitrante y del dogmatismo ideológico. No estoy por la labor de entrar en el juego de la crítica inútil. Tan sólo quiero poner de relieve que, estando las barreras de entrada a la política y la economía intactas y ubicadas donde suelen, esta reforma, como todas las demás, ha de devenir por fuerza en lampedusiana.
Tanto reformar para nada   
Lo primero que hay que decir para reducir a la nada el valor de cualquier reforma educativa, ésta o cualquiera, es que es absurdo dar por sentado que la simple suma de individuos brillantes transformará esta sociedad deprimente en otra mucho más alentadora. La equidad y, sobre todo, la eficiencia de la estructura social dependen del sistema institucional vigente y, también, de la calidad y fiabilidad de sus organizaciones; es decir, las personas no se adaptan al entorno en función de sus capacidades y competencias sino obligadas por el cumplimiento de las reglas institucionales y, también, de las interpretaciones que de éstas hacen las organizaciones que las ocupan. En consecuencia, con reforma educativa o sin ella, el hecho es que el pésimo panorama institucional español neutraliza a la "cultura" como factor determinante del nivel de desarrollo. 
Dicho de forma más llana, la mejor reforma educativa imaginable solo podría proporcionarnos algún beneficio en el caso de que España se convirtiera en una sociedad abierta. Hasta entonces, sólo servirá para ser un país exportador de talento, con el agravante de que serán terceros países los que se beneficien de una “manufactura” cuyos costes corren de nuestra cuenta.     
Educación y sociedad abierta 
Por otro lado, no deja de ser esclarecedora la visión que de la educación tenemos en España y, por ende, lo que entendemos y entienden nuestros políticos por mérito y esfuerzo. Para darnos cuenta del error, bastaría con preguntar a los jóvenes españoles que cursan estudios en los países que el informe PISA coloca muy por delante del nuestro. A fin de cuentas, el éxito escolar no depende sólo del método o la asignación de recursos, sino también, y sobre todo, del enfoque. Dicho con las palabras de un joven estudiante español tras varios cursos en el extranjero: “Era como si los profesores estuvieran decididos a hacer de la escuela un lugar agradable. Y del estudio, una tarea emocionante. Nada que ver con lo que he sufrido en España”. 
Enseñar no es inculcar conocimientos a presión con el fin único de que los jóvenes sobrevivan el día de mañana. Esa asociación tan negativa entre obligación y amenaza (“Estudia o mañana serás un desgraciado”) no agudiza el talento sino que deforma la mente. El acto de aprender, de estudiar, ha de ser en sí mismo emocionante y gratificante. Sólo así las personas desarrollan su afán de superación y ven el mundo como un entorno lleno de oportunidades y no de peligros. A fin de cuentas necesitamos profesionales valientes, no más pícaros y trepas. 
En definitiva, la verdadera diferencia entre el modelo educativo de las sociedades abiertas y la atenazada sociedad española no es otra que la que pueda existir entre los modelos políticos de libre acceso y nuestro régimen. Así, mientras los países democráticos se basan en el estímulo positivo, nosotros tenemos que apelar al sacrificio, a la amenaza y al miedo. Otra prueba más de que la cultura que dimana de nuestras instituciones es por naturaleza, y perdón por la redundancia, enemiga de la cultura.
_________________________________________________________


Suscribirte a La Tercera Ola
Correo electrónico:
Consultar este grupo

4 comentarios:

  1. Esta claro que pesoe y pp con ciu son lo mismo, no harán nada para cambiar el sistema que nos esplota, ellos viven de cine

    ResponderEliminar
  2. Hay una recurrente monserga, dedicada a difundir la falacia rousseauniana, muy “New Age”, de que por encima de las capacidades naturales de cada cual, que generalmente son limitadas, está el derecho igualitario a disfrutar de unos meritos expansivos, por el mero hecho de ser votante en una omnipotente y sobrevalorada democracia del primer mundo.
    El derecho a la educación, se ha mistificado hasta tal punto que se ha convertido en una difusa panacea que por magia democrática, trasforma al iletrado, por la simple concurrencia a paulatinos ciclos académicos, en el receptor de por vida, de un salario que como poco multiplique por cuatro el sueldo base. Naturalmente el refrendo del examen, ante el riesgo de un suspenso que dé al traste con tamañas y lisonjeras expectativas, ha de estar proscrito, pues no sería otra cosa, que impedir recibir los ineludibles frutos de tal universal y reconocido derecho.
    En las súper abastecidas, de medios, Escuelas Europeas de Bruselas, conocí a un maravilloso catedrático de matemáticas, que saliendo de una aldea de Alicante y gracias a una beca de las de antes, había prosperado por su dedicación al estudio, y no digo esfuerzo, pues su talento natural era tan palmario que hasta las fineza de sus facciones lo traslucían, y había culminado su carrera, enseñando su materia a los hijos de la elite política de toda Europa. Según me confesó, con cierto pesar, año tras año se sentaban delante suya 25 a 30 alevines de dicha elite, todos con tarjetas oro, y año tras año, constataba que de todas aquellas miradas juveniles que le escudriñaban, solo en una o dos de ellas, descubría el brillo de la llama del talento que iba a justificar todos sus esfuerzos docentes para ese curso. Estaba muy consciente de que era una corta compensación, después de tantos años de entrega a la enseñanza, pues estaba ya cercano a jubilarse.
    Aquella revelación, por venir de un alma tan noble y sincera como la suya, me ha valido desde entonces para tomar la medida de la realidad, que mas allá de mis anhelos de utopía, no puede dejar de imponerse, “como no podía ser de otra manera”.

    ResponderEliminar
  3. el buenismo y paternalismo DE LOS SURES CATOLICOS DEGENERANTES SIN REMEDIO NOS HAN LLEVADO A ESTO tan vano y putero como lo de Cotino y los muertos del metro de Valencia + Gürtel impune...., Y AL QUE NO LE GUSTE QUE SE RASQUE el ombligo, que Paco1 le dará la bendición clericaleta posmoderna del fin de la CIVILIZACION.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguramente esta página está escrita para "listos", tanto, que no se entiende que caramba quereis decir, si es que al final quereis decir algo. Cuando uno critica, debe de proponer soluciones válidas y jamás y os sigo desde el principio dais ninguna. Una lástima, porque seguramente en mucho de lo que se dice en esta página, se tiene razón.

      Eliminar

Esta web busca la colaboración de todos quienes accedan a ella. Por lo tanto, se habilita la posibilidad de añadir comentarios al pie de los post. Rogamos a todos el buen uso de esta utilidad. Los comentarios ofensivos, vejatorios, que contengan insultos, falsas acusaciones o que sean manifiestamente ofensivos, no serán publicados. Gracias por vuestra colaboración.