domingo, 13 de marzo de 2011

Modelos sociales hacia el colapso (II)

Javier Benegas

2.- Mileurismo

En la sociedad española actual, tal cual está el panorama, todo es susceptible de empeorar. Gracias a un empobrecimiento imparable que extingue a buen ritmo a las clases medias - reducto último de la sociedad civil con alguna capacidad de respuesta -, los segmentos sociales que van proliferando están cada vez más a merced del poder de la comunicación en cualquier forma. A fin de cuentas son fruto en buena medida de esta grandiosa obra de ingeniería social, y su naturaleza les hace ser por definición poco resistentes a sucesivas manipulaciones y mutaciones.

Las nuevas generaciones, dejadas al albur de un sistema educativo ineficiente, donde el principio de autoridad está abolido y el valor del esfuerzo carece de vigencia, van poco a poco deslizándose por una suave pendiente de autocomplacencia y relativismo. Las familias de las que provienen, imposibilitadas ya de proveerles como antaño de nuevas oportunidades y de contrarrestar los infinitos y destructivos estímulos que reciben de casi todas partes, lentamente van renunciando a la educación en casa y a la necesaria inculcación de principios y valores, dando la batalla por perdida. En la actualidad, a la hora de hablar de la labor propia de maestros y docentes y del fracaso del sistema educativo en sí, es algo recurrente devolver la pelota a los padres y hacerles responsables en gran medida de este desastre. Y puede que sea cierto. Pero si se analiza con detenimiento la situación real en la que se han de desenvolver las familias, esta conclusión resulta demasiado interesada.

Hoy día, en las familias con hijos, lo habitual es que ambos cónyuges trabajen. Esto se debe a dos motivos: al mismo tiempo que se ha impuesto la norma de que las personas sólo pueden realizarse a través del ejercicio de una profesión, lo que ha llevado a la mujer en masa al mercado laboral y a dejar el hogar en segundo plano, el constante aumento del coste de la vida hace cada vez más inviable que una familia salga adelante sin que ambos, hombre y mujer, trabajen y aporten conjuntamente los ingresos con los que cubrir las necesidades de la unidad familiar. Esta circunstancia, unida en el caso español a unos horarios laborales incompatibles con la conciliación familiar, trae consigo un menor contacto de los padres con los hijos. En las grandes ciudades, esta falta de dedicación a la educación de los hijos se agudiza al tener que destinar un tiempo añadido a los desplazamientos desde casa al trabajo y viceversa, el cual se calcula que oscila de 90 a 120 minutos diarios. El resultado es que entre semana muy pocas familias pueden compartir el momento de la comida y una mínima sobremesa: padres e hijos comen fuera. Además, una vez finalizada la jornada laboral, y tras haber dedicado tiempo y paciencia al trayecto de vuelta a casa, se encuentran cansados cuando no agotados. Y es en ese momento del día, en el que la familia por fin está reunida, cuando la televisión hace acto de presencia, asume el control y empieza la incesante lluvia de mensajes, valores sintéticos y modelos sociales artificiales. La programación, de muy baja calidad, con shows y teleseries cuyos contenidos van desde las pasiones más bajas hasta el humor más chabacano; los informativos, saturados de sucesos y violencia sin aviso previo; y la publicidad, que en horario infantil desliza con demasiada frecuencia spot sólo aptos para adultos cuando no son otros donde lo friki es el leitmotif, cumplen una indeseable labor educativa en niños y adolescentes en sustitución de la función propia de los padres. Estos contenidos, que los más jóvenes obtienen a cambio de la necesaria relación con los padres, no terminan con la jornada. Al día siguiente continuarán vigentes en las conversaciones que van a mantener en el colegio con compañeros y amigos, muchos de los cuales se encuentra en una situación familiar igual o similar a la suya.

Toda esta problemática, además de obrar daños irreparables en el proceso de maduración de los jóvenes, se ha instrumentalizado por parte del poder político, que, lejos de ayudar a las familias, ha dado una vuelta de tuerca más en su omnipresencia en la vida privada de los ciudadanos. La “solución” propuesta desde el Gobierno es la de crear una nueva asignatura, mediante la que sumar a los más jóvenes a los modelos sociales politizados. La Educación para la Ciudadanía, además de tener un nombre que parece extraído de una novela de George Orwell, es a todas luces una asignatura más propia de un estado totalitario que de una democracia occidental consolidada.

Los ciudadanos que no adquirieron los conocimientos necesarios cuando debían, terminan siempre por ser un problema. Pero representan un problema aún mayor aquellos que, además de no haber adquirido los conocimientos necesarios, tampoco han desarrollado en su juventud el hábito del esfuerzo. Estos últimos serán casi irrecuperables y estarán destinados a permanecer por siempre en el entorno del mileurismo. Así que cuanto mayor sea el fracaso escolar y menor la influencia familiar, mayor será el número de candidatos a engrosar y permanecer por tiempo indefinido en el segmento de los mileuristas y, en consecuencia, más grande se hará el problema. Para complicar aún más las posibilidades de regeneración social, un gran número de estos ciudadanos, influenciados por una cultura casi exclusivamente televisiva y/o mediática, bajo la cual apenas sobreviven unos conceptos básicos y unos valores intemporales, son fácilmente manipulables a través de la propaganda. Al no tener como referencia modelos claros y consistentes, están en disposición de asimilar o imitar aquellos que son la tendencia en cada momento, sobre todo si se acompañan de la promesa de un menor esfuerzo y un mayor subsidio. Por otro lado, al ser personas condenadas a una baja relevancia social y sin expectativas, prefieren relativizar lo que sucede, pudiendo llegar en ocasiones a confundir la realidad con la ficción, y entendiendo su propia vida como si se tratara de una teleserie de bajo presupuesto e imaginándose a sí mismos como sus personajes.

Es muy posible que se deba a ello que, de un tiempo a esta parte, se reaccione con tanta emotividad lacrimógena y vehemencia frente a determinados sucesos que son difundidos machaconamente por un gran número de medios de comunicación. Sea o no causa y efecto, resulta evidente que existe una mayor compulsión hacia un protagonismo infantil y una actitud exhibicionista que se agudiza cuando un suceso es elevado a la categoría de fenómeno social. De lo que no hay duda es que esta propensión al exhibicionismo emocional es utilizada por el poder político como mecanismo de control y movilización. Por su parte, los canales de información proporcionan cobertura, difundiendo con gran profusión de medios la falsa imagen de una sociedad reactiva y beligerante, cuando en realidad se trata de ejercicios de histeria colectiva, más próximos a una terapia de grupo que a movilizaciones espontáneas de la sociedad civil con algún objetivo duradero. Al final, estos artificios quedan reducidos a manifestaciones puntuales de una gran multitud de individuos que, por un tiempo breve y con valor perentorio, liberan un sentimiento superficial tendente a lo lacrimógeno y que, sobre todo, están muy atentos a salir en la foto. Cuando estas impostadas convulsiones multitudinarias cesan - y tan pronto como los medios de comunicación pasan página, las lágrimas se secan -, desaparecen los ecos de la impostura sin dejar rastro y todos vuelven a sus quehaceres, de nuevo dependientes de la programación televisiva y abonados a los shows y teleseries populistas con los que se reconfortan al ver representados modelos sociales que les resultan oportunamente familiares.

Ni todo mileurista que encaja dentro de un perfil actúa de igual manera (hay personas que, pese a toda limitación, desarrollan una capacidad de lucha que es innata al ser humano), ni todo mileurista responde a un mismo perfil. También existen ciudadanos procedentes de familias que en su momento se preocuparon por proporcionarles la mejor formación que pudieron pagar, cuyos estudios y preparación son superiores a su nivel de ingresos y que desarrollan un trabajo en trance de permanente provisionalidad. Suelen ser personas jóvenes - y no tan jóvenes - que se dedican a actividades más cualificadas pero mal remuneradas, y se encuentran atrapados dentro de un mercado laboral precario que sólo ofrece trabajos temporales con los que resulta imposible desarrollar una carrera profesional con proyección. Las razones de esta paradoja son variadas. Pero la primera y fundamental es la propia naturaleza del tejido productivo, que depende abrumadoramente de la demanda de empleo generada por las pequeñas y medianas empresas (se estima que más del 70% del empleo total depende de las PYME). Y éstas son cada vez más dependientes de los grandes grupos de presión que dominan el mercado y las oportunidades de negocio en su origen, a través de posiciones dominantes y de las oportunas conexiones políticas.

En cierta forma podemos decir que hoy día existe un impuesto de actividad económica encubierto que proviene de la falta de separación entre lo público y lo privado, lo que genera una corrupción cuyos costes son cada vez más elevados. Y estos costes se repercuten en el tejido productivo, es decir: en las pequeñas y medianas empresas y en los trabajadores, dando lugar a una masa laboral con ingresos bajos y a una falta de especialización y competitividad endémicos. En un contexto así, una de las soluciones de compromiso que se propone es compensar a las pequeñas y medianas empresas con una reducción de impuestos para elevar sus beneficios e incentivar de forma realista una inversión necesaria en I+D+I, acorde con los tiempos que vivimos. Esta solución, aunque no es la panacea, permitiría a muchas pequeñas y medianas empresas tener una mayor proyección en el mercado interior e incluso exterior y, gracias a ello, generar puestos de trabajo más cualificados y mejor remunerados. Pero, a largo plazo, sería sólo una solución de compromiso. Las verdaderas medidas a tomar son otras mucho más comprometidas y difíciles: aquellas encaminadas a revertir la actual situación de deterioro político y corrupción galopante.

Independientemente del perfil que corresponda en cada caso, y del tipo de respuesta que desarrolle cada individuo por separado, el mileurista es el resultado de un sistema básicamente manipulador y depredador que, por un lado, extingue los modelos sociales consistentes y, por otro, imposibilita el desarrollo de un tejido productivo competitivo al repercutir sobre la sociedad unos costes insostenibles que la van empobreciendo. Millones de ciudadanos, incapacitados para mejorar su situación y sin expectativas, no encuentran motivación. Con el paso del tiempo y sin posibilidad de mejora en sus condiciones de vida, se vuelven vulnerables a cualquier estímulo que les haga olvidar su frustración, aunque sea de forma pasajera. Muchos de ellos echan la culpa al sistema – no sin parte de razón – y se rinden a los modelos sociales progresistas y a sus mensajes populistas, contribuyendo sin saberlo al agravamiento del problema al mantener en el poder a una casta política que es la máxima expresión de la perversión del sistema, que derrocha y expolia a la sociedad a partes iguales y acelera de manera vertiginosa el empobrecimiento social. Otros, no se abonan a tendencia alguna, simplemente se dejan estar y quedan a merced de un universo mediático con el que evadirse de la realidad. Su compromiso social se reduce a votar cada cuatro años, dejando el sentido de su voto a expensas de quién domine el mayor número de canales de comunicación.

A todo lo dicho anteriormente hay que añadir que, desde hace unos años, el fenómeno de la inmigración ha venido a acelerar el imparable proceso de conversión social al mileurismo. Por una parte, porque la inmensa mayoría de inmigrantes directamente pasan a engrosar la masa social de mileuristas. Y, por otra, porque ante la necesidad acuciante, muchos llegan a realizar su trabajo cobrando menos de mil euros mensuales. Estas dos circunstancias son fuente de conflicto entre individuos que, a fin de cuentas, se encuentran en una situación de pobreza, falta de expectativas y precariedad laboral muy semejante. En tiempos de crisis económica y de imparable aumento del desempleo, la conflictividad social en este amplísimo y diverso universo mileurista previsiblemente irá en aumento. Entre tanto, el poder político, con el fin de preservar sus privilegios, trata de confundir a todos ellos aumentando el tono populista de sus mensajes, prometiendo nuevos subsidios y elevando el nivel de dependencia, a la vez que pone un gran empeño para adaptar sus modelos sociales artificiales a las nuevas circunstancias. Se adula a los mileuristas mientras se señala con el dedo a enemigos imaginarios como responsables de sus penurias y, con el fin ganarse el favor de los ciudadanos inmigrantes, se difunden mensajes de integración que carecen de verdadero contenido. Todo ello enmarcado dentro de un eje de comunicación buenista, mediante el que la perversión de los valores y conceptos alcanza cotas desconocidas. El término “xenófobo” se instrumentaliza y pierde su verdadero significado, y se generan polémicas artificiales que impiden cualquier planteamiento racional capaz de abordar el problema más allá del inmediato interés electoralista. A mi juicio, para este sistema partidocrático, los mileuristas son estrictamente una bolsa de votos que consideran por naturaleza muy cercana a sus modelos sociales artificiales y, por tanto, deben ser fácilmente manipulados. Con todo ello, los problemas, lejos de ser resueltos, son reducidos una vez más a una estrategia propagandística, mediante la que integrar a los mileuristas dentro de su proyecto de ingeniería social como una pieza más.


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19 comentarios:

  1. +D ¿CONFORMISMO Y APATÍA ESPAÑOLA?
    Luego entonces, difícil lo endremos mientras la masa social, gente preparada y con ideales justos no se proponga actuar y/o colaborar, en el peor de los casos y seriamente, contra todas aquellas medidas orientadas al adormecimiento/aborregamiento de la población y a la compra de voluntades.
    Con quienes? cómo, dónde y cuando?
    +D Y... menos libertinaje.

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  2. +D Básicamente de acuerdo con su estupenda exposición, de una serie de problemas, que los políticos no piensan resolver.
    El problema educacional es grave en España. El profesor no tiene autoridad. Hay que aprobar a los alumnos pues no pueden repetir curso, y en sitios más marginales se exige el aprobado vía amenazas.
    Si unimos la TV y los video juegos, resulta que el universo de un adolescente o niño es de muy bajo perfil y absolutamente empobrecedor. Si se desean mejores cauces de educación, hay que pagar caros los servicios de los colegios de elite.

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  3. Suscribo, Sr. Benegas, de la A a la Z, íntegramente, su magnifico artículo de hoy, más que un artículo un verdadero "ensayo" sobre la penosa y desgraciada situación social actual.

    Quizás hay un matíz que puede ampliar, en lo correspondiente, su tesis. Y es, en mi opinión, que las generaciones que nacimos en la guerra civil y las inmediatas subsiguientes, por causa de la penuria de medios propia de aquellos tiempos, y, luego, las posteriores, regidas o guiadas por las nuevas teorías sobre la educación de los hijos, implementadas por un consumismo feroz, no hemos sabido o acertado en proporcionar a e imbuir en nuestra descendencia, con el necesario equilibrio, los principios de "libertad", "respeto" y y "autoritas", dicho sea, claro es, en el ámbito más general, con las obligadas excepciones. Y éste ha constituido el óptimo caldo de cultivo, unido a la patente penuria y desinterés cultural que hoy puede observarse por doquier, promovido -ahí están la LOGSE y demás Leyes que han regido la enseñanza- y utilizado por nuestros jerarcas políticos, de estos últimos tiempos, para lograr la manipulación social que Vd., tan brillantemente, expone. Y todo ello, por si no fuera poco, bien aderezado por el aprovechamiento de la entontecedora televisión, el futbol, las drogas, la discoteca, el amor libre, etc. Viva la falsa libertad!!!

    Saludos. Miguel Palacios. +D

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  4. En el año 2008 el consejo Europeo advirtio a España y Grecia que estaban en la cola en cuanto al salario minimo interprofesional.
    Otro fenomeno muy extendido en España es el prestamismo laboral lo que todabia exprime mas lo anteriormente cuantificado salarialmente hablando (empezando por su aceptacion por nuestros tribunales de justicia y acabando por los servicios que realizan ciertas empresas al INEM).
    Pero lo mas paradogico es que la solucion pasa por consumir.... segun los expertos que dislate
    Luego bienen los licenciados estudiantes y las personas dedicadas a la docencia
    Que futuro tan prometedor....
    Ya hemos visto vemos y veremos los resultados de la flexibilidad de las empresas (Solo las grandes claro esta...)
    Pero claro con estos sindicatos la seguridad de los trabajdores...ejem.
    Luego los fundamentos de la sociedad del bienestar plasmados en la ley 2006 asi como de risa...
    Realizaron una fastuosa recepcion al consejo europeo para presentar dicha ley y demostrar asi un talante integrador con la politica Europea.
    Ete aqui con rinconete y cortadillo de nuevo

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  5. menud rollo, culpas para todo el mundo, menos para el culpable de verdad, el ciudadano pagaimpuestos que se deja avasallar, si nadie se queja será por que les gusta lo que hay, mucho bla bla, pero lo unico que asusta a los politicos es la gente en la calle quemando contenedores y cortando calles y hasta que esto no ocurra aqui no va a cambiar nada.

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  6. Gracias Javier. Más claro no se puede exponer!
    Ahora sumemos lo que, aunque muchos saben, nadie le da importancia o por lo menos no lo dan a conocer masivamente.

    http://www.youtube.com/watch?v=zbbhNGNLDRg

    Si a esto sumamos a “nuestros” políticos (o sea, nuestros parásitos) no tenemos otra cosa que esperar que morir en la miseria y la apatía, limpiándoles el c… a los chinos y a “nuestros” políticos, quienes alegre Y "RICAMENTE" siguen viviendo a costa de esto y de todos los resignados, incompetentes y conformistas que habitamos en España.

    +D... Será suficiente?

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  7. Muchos añoramos aquellos tiempos dorados en los que fuimos mileuristas, no creo que eso vuelva a repetirse para una gran mayoria.

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  8. Queridos amigos.

    La ideología aplicada a la energía por ZP, nos va a salir muy cara.

    El alargamiento de la vida de las actuales centrales nucleares hasta los 60 años permitirá ahorrar 7.000 millones de euros en inversiones durante los próximos veinte años y reducirá los costes de la factura eléctrica en 2.000 millones de euros al año, según las conclusiones de un estudio de PriceWaterhouseCoopers (PWC).

    Mientras ZP y su ministro, solo piensan en subirnos la factura.

    Que tengáis un buen día

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  9. Gracias señor Benegas por sus análisis de esta sociedad decadente...coincido mayoritariamente con usted... ¿soluciones?, esta es la ardua tarea que nos queda pendiente para evitar el colapso total.

    Miquel+D

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  10. Dudo que el fracaso educativo se deba solamente a la familia, a las madres que trabajan fuera de casa y al profesorado. En especial niego que la culpa recaiga sobre las madres, que no han hecho sino asumir una lista interminable de responsabilidades, con la consiguiente carga de culpabilidades añadidas. Todos conocemos países con excelentes resultados académicos y educativos, cuyos porcentajes de empleo femenino superan al nuestro, así que ese no es el tema. Por el contrario, sostengo que las causas del cuadro lamentable que observamos a diario son más filosóficas, y se hallan en ese difuso clima ideológico que impregna las convicciones profundas de cada uno de nosotros.
    Rousseau estaba equivocado, el hombre no es un ser bondadoso por naturaleza, la sociedad que parece corromperlo nace de esa misma naturaleza humana que hemos considerado perfecta, y hacer tabla rasa de esta verdad conduce a los resultados que todos podemos ver.
    Mis padres trabajaron fuera de casa durante nuestra infancia y adolescencia, en el periodo que va de la transición en adelante. Ellos, que no se veían obligados a atender tantas charlas y tutorías, vieron facilitada su labor educativa gracias a la colaboración que tuvieron por parte de los medios de comunicación y del clima social que se respiraba. No recuerdo que los profesores entonces responsabilizasen a mis padres por los defectos de sus hijos, pero los padres tampoco echaban la culpa a los profesores por nuestra molicie. Ahora la educación se ha convertido en un campo de batalla en la que unos culpan a otros por las desviaciones de las nuevas generaciones, mientras los propios interesados, y quienes apoyan el modelo, se van de rositas sin asumir ninguna responsabilidad. No es posible reconocer el error en los que por definición son puros e inocentes, y mientras sigamos así, nada va a mejorar.
    Pongo un ejemplo sencillo, que refleja el estado de las cosas. Uno de mis hijos, de 14 años, se llevó a clase una consola de videojuegos a sabiendas de que ello estaba prohibido. La reacción de los tutores fue confiscarle el dispositivo y telefonearme para que fuese a recuperar el aparatito en cuestión, cosa, que por supuesto me negué a hacer. Porque vamos a ver, quien es el responsable de la situación, ¿mi hijo o yo?, ¿quién debe afrontar las consecuencias de su falta de acato a las normas? ¿Es que debemos los padres ser responsables subsidiarios de la vagancia o de las faltas de respeto de nuestros hijos aunque no constituyan un delito tipificado en los códigos penales o civiles?, ¿es que debo registrar la mochila escolar de mi hijo cada mañana para comprobar que se ajusta las normas que él mismo sabe que debe cumplir?, ¿y quien le va a vigilar cuando tenga 23 años y trabaje en una multinacional o de vendedor ambulante?
    Los niños y los adolescentes deben saber que están sujetos a las normas, como los demás, y que no acatarlas tienen consecuencias que van a pagar ellos. Y si mientras no empecemos por hacerles asumir esta responsabilidad en cosas sencillas desde el colegio, podemos atarnos bien los machos para sujetar a unas generaciones que van a carecer de sentido de la medida, de la autocrítica o de la responsabilidad.

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  11. Buenos días a todos.
    Para nuestro último Anónimo una pregunta ¿si no recoge Vd. la consola confiscada, se queda en el colegio?..¿la recoge el infractor?..¿se dona a una ONG?..Me inclino por la última solución, más drástica pero ejemplar.
    En cuanto al artículo del señor Benegas, tiene mucha razón cuando advierte que se ha impuesto la NORMA de que no hay realización personal fuera del mundo laboral.
    Pero no sólo se trata de la "realización personal", ni siquiera de la necesidad de que ambos progenitores aporten dinero a la unidad familiar. Quizá si fuéramos más parcos en necesidades no habría tal problema.
    Pero SÍ hay un hecho incontrovertible que ha arrojado a la mujer a la calle, a veces a cambio de un salario tan ínfimo que le supone más gasto que beneficio. Su INDEPENDENCIA ecónomica del "cabeza de familia". Porque el trabajo y la dedicación al hogar NO es una actividad que se tenga en cuenta, ni a efectos de valoración social "las marujas", las que "no trabajan"; ni a efectos de percibir una jubilación cuando llegue la edad de ello (que nunca llega para este colectivo).
    Las marujas aprendieron que si se divorcian o las divorcian dependen por entero de la buena voluntad del esposo. Si éste tiene mala voluntad, pintan negras su futuro después de 30 o 40 años de vida no-laboral.
    Por tanto, deciden que ya está bien de sacrificarse hasta esos extremos y de poner su seguridad en manos de otro que nunca se sabe cómo va a responder. Más vale cotizar y asegurarse una jubilación. Más vale pájaro en mano....

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  12. Soy la anónima de la consola.
    La maquinita de marras volvió a manos de sus usuario, que no propietario, tras un cruce de agrias misivas entre la profesora y una servidora, en las que dejé meridianamente claro que el destinatario de la bronca era el infractor en cuestión, y en ningún caso la pringada que no había hecho sino advertirle de lo que no acatar la norma podría conllevar. El interesado tuvo que ir al despacho de la tutora y aguantar el chaparrón sin que el dispositivo le fuese devuelto en el acto.
    Aunque quede un poco montaraz en una página tan fina, en mi cuadro de principios figura aquel de que, "el que quiera peces que se moje..." Así que el que quiera recuperar la consola, que dé la cara y asuma lo que ha hecho.
    El problema es que con tanta memez pedagógica, a los que así pensamos no nos dejan actuar.
    Trabajo dentro y fuera de casa, tengo que mantenerme al día en mi profesión estudiando y además nos imponen vivir bajo la esclavitud de la apariencia. Pero lo que más me enfada es saber que mis padres vivian más tranquilos y relajados, asumiento las responsabilidades que les correpondían a ellos, mientras que a los que ahora nos toca ejercer nos han llenado la cabeza con culpabilidades y cargas absurdas, que no existen o que en realidad les corresponden a otros.
    Estoy cansada de ver lo mal que nos sentimos por trabajar fuera de casa, por no hacer las tareas con nuestros hijos, por no haberlos tenido sin epidural y en casa, por no haberles dado pecho hasta que fuesen a la universidad, por no jugar con ellos a todas horas, cuando resulta que mi madre pasaba menos horas con nosotros de lo que yo lo hago con mis hijos.
    Mi horario escolar era mucho más prolongado que los de ahora, y no sólo no se me ha ocurrido nunca reprocharle nada a mi madre por ello, sino que de acuerdo con lo que observo a mi alrededor, ese es un factor que no emperora los resultados académicos y educativos, más bien al contrario.
    Ya está bien de arremeter contra las mujeres con tanta mandanga acerca de mitos maternales que no existen en absoluto. Y ya está bien de ideologías integristas sobre la maternidad que están minando la moral de muchas mujeres.
    Pero lo peor de todo es que no hay que buscar al enemigo entre los hombres, ya que las abanderadas más extremistas de estas mentiras suelen ser mujeres.

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  13. Yo también trabajo fuera y dentro de casa, después de haber criado y educado a cinco hijos. Tengo estudios universitarios pero a causa de mi NO TRABAJO, la falta de experiencia laboral me acarreó una ausencia total de expectativas de mantenerme por mí misma. Encontré un empleo y mi sueldo no llega a mileurista. Puedo darme con un canto en los dientes porque conservo mi empleo.
    Estoy de acuerdo en que somos las mujeres nuestras primeras enemigas.

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  14. Fatamorgana
    Me parece una elección muy respetable quedarse en casa a criar a los hijos, no soy una integrista de la mujer trabajadora (fuera de casa). De lo que me quejo es de que parece que las mujeres siempre nos tenemos que sentir mal.
    Si nos quedamos en casa, porque somos unas marujas, y si salimos a trabajar, porque somos unas malas madres. El caso es que siempre recogemos la culpa antes de que esta caiga al suelo, y por si a alguna se le ocurriese dejarla caer, ya tenemos a un coro de fanáticas para recordarnos lo malas que somos.
    Repito mi argumento. En países como China o como Finlandia, las mujeres trabajan como los hombres, sin embargo el rendimiento escolar no se resiente de ello. ¿Por qué nos tenemos que sentir culpables las españolas, si los modelos de educación no son más que unas mentiras que nos han colado de rondón?
    Conozco mujeres que están todo el día en casa, cuyos hijos son unos irresponsables incapaces de llevar el calzoncillo sucio a la lavadora, y conozco familias en las que los dos conyuges trabajan, cuyos hijos aprobarán o suspenderán, porque de todo hay en la viña del señor, pero que funcionan como un reloj sin que la madre tenga que estar pendiente de cada detalle. Pero lo más interesentante del caso es que ambos elementos familiares son intercambiables, con madres que se quedan en casa e hijos ejemplares y madres trabajadoras e hijos maleducados.
    Lo que quiero decir es que cómo salgan los hijos, no depende de que la madre trabaje fuera o no sino de la responsabilidad que se les enseñe dentro y fuera de casa. Y desafortunadamente la ideología que impera en nuestro país es contraria a la responsabilidad y al esfuerzo. Pero para no tener que reconoce los errores ya estamos nosotras, dispuestas a asumir cuantos pecados nos quieran endosar. Debe de ser por lo acostumbradas que estamos a asumir los males del mundo desde lo de la manzana y la serpiente.

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  15. Anónima:
    En todo de acuerdo contigo.
    Sólo quería decir a quienes culpan del desastre social a la nueva tendencia (o norma) de mujer-empleada-fuera del hogar, que no nos queda otra. Hay que ser suicida para poner tu futuro (tu vejez) en manos de otro(a).
    La mujer culpable, la que tentó a Adán (también era idiota Adán).En todas las tradiciones, no sólo en la judeo-cristiana.
    Somos el comodín del público.

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  16. Bueno, no seais Calimeras. Es evidente que la mujer no tiene culpa ninguna pero tampoco el hombre. La culpa la tiene un sistema educacional que hace que cada vez cometamos más y más errores. Es lo que Madina llama "la inteligencia fracasada". La llamada violencia de genero, por ejemplo, no es tal. Lo que si existe es la violencia del fuerte hacia el débil, tanto en lo que se refiere a físico como a intelectual. La violencia hacia el ser humano mas débil, ya sea mujer u hombre, niño o anciano es una cuestión de educación y del aprendizaje de la inteligencia no de género como el sistema nos hace creer. Mientras a la mujer no se la trate como a un ser humano que es lo que es y no como a un ser débil que merece compasión y prioridades, no se solucionará el problema.

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  17. Estimado Luismi.
    No me ofendo por el apelativo Calimera porque creo que no has pretendido ridiculizar.
    Estoy de acuerdo en que a la violencia del fuerte hacia el débil (no cabe la del débil hacia el fuerte)no debería tener una marca exclusiva, pues esta engloba demasiadas situaciones que se producen en el seno de hogares aparentemente "normales".
    No se trata solamente de una cuestión de aprendizaje, pues tendríamos que desaprender lo aprendido durante siglos: la autoridad del cabeza de familia, que no sé por qué, pero ( y aquí me permito una broma) no se le llama de la cabeza de familia...
    Esa violencia contra el débil se produce demasiadas veces contra la mujer porque ella encarna todas la debilidades, porque ella la acepta como "guardiana" de los otros débiles del clan, porque ella es el espejo donde el fuerte contempla su propia debilidad.
    Todos somos culpables por omisión. Achacamos el problema a entes etéreos con tal de no asumir nuestra obligación, que no es la de velar por la protección de las mujeres, sino por el cumplimiento de sus derechos constitucionales.
    Ningún español ha de ser discriminado por razón de sexo (entre otras cosas), pero empezamos discriminando a la viuda frente al viudo. ¿qué pasa, tiene ella menos necesidades vitales que su homólogo varón?..Si se argumenta que la viuda NO ha cotizado, volvemos al tema anterior. ¿ha trabajado?..¿cuántos años?...¿alguien ha cotizado por ella?....¿por qué no se remedia esta IRREGULARIDAD?...
    ¿No sería más adecuado que en el caso de una pareja en la que uno de sus miembros/as, hubiera
    optado (más o menos voluntariamente), por quedarse al cuidado del hogar y de la prole, se considerarse la pensión de jubilación del que trabajó fuera del hogar como perteneciente a ambos y que en caso de fallecimiento de uno de ellos el otro viese mermada esta pensión en una cantidad igual para el viudo que la viuda?
    ¿que hacen las ministrillas de la señorita Pepis que nos ha tocado sufrir sino inventar leyes ineficaces y estúpidas que no sirven más que para soliviantar al personal?

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  18. Efectivamente era un apelativo cariñoso el de calimeras. Completamente de acuerdo contigo. Es más, recordar que las viudas han sido las gran olvidas no solo por el gobierno y organizaciones de derechos humanos sino tambien por las propias feministas. Centradas en luchar por el derecho a trabajar fuera de casa como el hombre se han olvidado de los derechos de las que han optado libremente por trabajar dentro.
    Un saludo

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  19. Luismi
    Soy la anónima que habla con fatamorgana, me llamo Arantxa, y quiero puntualizar que en todo este embrollo no he mencionado en absoluto a los hombres. No soy integrista de nada, me repele el fanatismo, especialmente el feminista.
    De lo que esta calimera se queja es de nuestra propia estupidez. Somos las propias mujeres, sin necesidad de maltratadores, las que nos flagelamos entre nosotras. Somos nosotras mismas las responsables de nuestra baja autoestima.
    Elisabeth Badinter, escritora francesa, describe a la perfección esa nueva esclavitud a la que alegremente nos estamos sumando: la de la maternidad ecologista e integrista hasta los cimientos. De la misma especie que la esclavitud de tener que "realizarse" fuera del hogar. Y eso no nos lo están imponiendo los hombres, como tampoco ustedes nos imponen la tiranía de la apariencia física.
    ¿Por qué no somos capaces de dejar que cada una elija lo que quiere hacer en la vida sin dedicarnos a juzgar lo que no nos incumbe?
    En cuanto a las corrientes educativas, precisamente lo que defiendo es que las nuevas generaciones no van a ser el producto de unas madres trabajadoras, sino de una sociedad enferma con un concepto erroneo de lo que es el ser humano.
    Aunque siempre acabara saliendo alguna "concienciada", que al compás de entusiastas golpes de pecho asuma gustosa la responsabilidad de los males del mundo. Pero incluso en ese caso, la única que tendrá la culpa de ello será la boba con afán de protagonismo que dé ese paso al frente, en absoluto los hombres.
    Un cordial saludo para los dos

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