viernes, 14 de enero de 2011

Las Autonomías en España. Primera Parte: el Dogma y el Tabú

Juan Manuel Blanco
A pesar del carácter modélico con el que la propaganda oficial ha venido presentando el proceso autonómico español, algunos de sus aspectos no dejan de resultar, cuando menos, sorprendentes si se analizan desde una perspectiva racional. Se han identificado, con mucha frecuencia, los traspasos de competencias del Estado a las Autonomías con derechos o logros para los habitantes de una región, olvidando que lo que realmente importa a los ciudadanos es la prestación más eficaz y más barata de los servicios, con independencia de cual sea la administración que los proporcione. En consecuencia, el intenso proceso de traspasos se ha llevado a cabo de una manera poco rigurosa, sin analizar previamente qué servicios pueden prestarse mejor en al ámbito nacional y cuales en el ámbito autonómico. Diera la impresión de que no era esto lo que importaba.

Se ha argumentado, como justificación de la descentralización, que ésta acerca la administración al ciudadano pero, en contradicción con este argumento, no ha existido una segunda descentralización hacia otros entes menores y, teóricamente, más cercanos al ciudadano, como las diputaciones o los ayuntamientos (descentralización en España, pero centralismo en cada Autonomía). Se ha identificado frecuentemente la descentralización con una profundización de la democracia y de la libertad de los individuos pero la creciente imposición de regulaciones, el intenso control de la vida ciudadana, el establecimiento de barreras a la movilidad y a la competencia y el incremento desmesurado del gasto en muchas Autonomías, son hechos que ponen en tela de juicio la veracidad de este planteamiento.

Además, la descentralización en España es un proceso que nunca acaba de mostrar sus bondades: cuantas más competencias van asumiendo las Autonomías, mayor insatisfacción se genera en éstas y más reivindicaciones de otras nuevas aparecen. Cualquier observador externo podía pensar que, en lugar de un remedio a nuestros males, el proceso autonómico se asemeja más a esas drogas adictivas que requieren, a la larga, un aumento constante de la dosis.

Desde su inicio, los análisis críticos rigurosos del Estado de las Autonomías español han constituido una rara excepción. En su lugar, hemos escuchado durante muchos años un discurso plagado de lugares comunes, frases hechas, declaraciones altisonantes, supuestos agravios regionales o apasionados llamamientos a defender la dignidad mancillada de un territorio. En definitiva, mucha carga ideológica y política, muchos elementos emocionales y frases huecas pero poco debate racional, como si de un dogma cuasi religioso se tratase. No deja de percibirse tampoco, en ciertos sectores intelectuales y sociales, un cierto temor a criticar o cuestionar el proceso autonómico actual, como si la simple opinión sobre el tema constituyese la violación de un terrible tabú. Por ello, se echa en falta un nuevo enfoque que, lejos de los tabúes y autocensuras, que todavía imperan, proponga una visión crítica serena y objetiva, que ponga de manifiesto los elementos que hay detrás de este proceso autonómico, señale sus ventajas e inconvenientes, explique los fallos y aciertos cometidos e inicie el debate sobre el mejor camino que debe seguirse en el futuro.

La descentralización de un país puede aportar ciertas ventajas si se realiza de forma adecuada pero si el proceso no está bien diseñado, como ocurre en el caso español, esta descentralización puede acarrear muchos más problemas que ventajas, favoreciendo los intereses de ciertos grupos locales a costa del resto de los ciudadanos.

Es necesario repasar de manera sucinta la evolución del pensamiento político y económico acerca de la descentralización de un país para ver como las primeras teorías optimistas, más sencillas, tuvieron que ser reformuladas de manera un tanto más compleja para poder explicar los numerosos fracasos que se produjeron. Y también para determinar las condiciones que debe cumplir un proceso descentralizador si pretende resultar útil y beneficioso al ciudadano.

Los líderes de la independencia los Estados Unidos de América consideraron que el esquema de un país unido pero descentralizado (en este caso federal) permitía combinar las ventajas de un país grande (comercio a mayor escala, mejores posibilidades de defensa ante una agresión exterior, facilidad de recaudación de impuestos) con los de un país pequeño (mayor cercanía al ciudadano, que puede controlar mejor a sus representantes) y evitaba la concentración del poder en un solo gobierno, repartiendo éste entre diversos entes territoriales.

Ya en el siglo XX, los economistas comenzaron a formalizar una teoría sobre las ventajas de la descentralización, que hoy se conoce como “primera generación de federalismo fiscal”. Con este esquema, la prestación de ciertos servicios en el ámbito regional aportaba ciertas ventajas pues lograba presuntamente adaptar mejor las características de estos servicios a las particularidades locales. Además, debido a una mayor cercanía, los votantes podrían ejercer un mejor control sobre los gobiernos regionales que sobre los nacionales. Se generaría así una sana competencia entre las administraciones regionales por realizar una buena política y gestionar los recursos eficientemente con el fin de atraer ciudadanos de otras regiones que contasen con peores servicios y mayores impuestos. Como corolario, los gobiernos regionales tenderían a reducir su tamaño, contribuyendo así a la consecución de un estado pequeño y eficaz.

Todo este consenso científico, junto con el buen funcionamiento de sistemas federales como los Estados Unidos o la República Federal de Alemania, llevó a la puesta en marcha de procesos de descentralización territorial en algunos países. Sin embargo, ya en los años 90 del siglo XX, los estudios observan que, al contrario de lo que predecía la teoría, los resultados habían sido bastante decepcionantes. La descentralización parecía generar más corrupción, una gran ineficiencia, una administración hipertrofiada y crecientemente intervencionista, enorme inestabilidad presupuestaria con tendencia a déficits abusivos, mayor inflación y, en ciertas condiciones, menor crecimiento ¿En que había fallado la teoría? ¿Cómo podía explicarse que funcionase bien en algunos países pero generase nefastos efectos en otros?

La primitiva teoría del federalismo fiscal había fallado por sus erróneos supuestos acerca del comportamiento de la administración y del sistema político: a) los gobernantes no son meros entes altruistas que buscan el bienestar de los ciudadanos, sino agentes que tienen sus propios intereses (especialmente en algunos países) y b) el mecanismo del voto no constituye un control directo sobre los gobiernos sino un control indirecto e imperfecto y, en gran parte de las ocasiones, este control funciona peor a un nivel regional (aunque esto depende en gran medida del sistema electoral). Por ello, el tipo de instituciones que se crean en la descentralización van modelando los incentivos de los dirigentes regionales para desarrollar unas políticas u otras, en busca de sus propios beneficios.

Se hacía necesario, a la luz de estas nuevas consideraciones, explicar los problemas que crea la descentralización, describir los intereses particulares que pueden impulsarla y definir las condiciones deseables que debe cumplir el proceso. Es lo que haremos en la segunda parte, junto con una evaluación del caso español.

Ver la segunda parte:

"Las Autonomías en España, Segunda Parte: del Tabú al Sentido Común

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7 comentarios:

  1. Otra vez,¡ENHORABUENA! por su mágnífico artícu-lo. Personas como Vd. son las que pueden recon-vertir la mente de muchas gentes que votan segun el color -rojo o azul- del candidato. Espero con ansiedad la segunda parte. Muy agradecido por compartir sus conocimientos, expuestos con rigor y precisión. El sistema político de esta seudodemocracia está obsoleto. Absolutamente!!!

    Saludos.

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  2. MUY BUENAS acabo de leer el articulo y me parece estupendo y aun se podian decir mas cosas pero lo importante es que estos foros sirvan para sacar conclusiones y nos preparemos para las proximas elecciones, ya que cambiar el voto no es suficiente o sea pensar que con cambiar el voto se van a solucionar los temas, pues NO,....¿QUE HACEMOS? deberiamos dar ideas o soluciones a los temas planteados, debatirlas, discutirlas etc... y hacer una plataforma con sus conclusiones y llevarsela a los politicos y sino no se les vota, asi de claro y rotundo....para empezar voy a dar mis ideas
    1ºCambiar ley electoral, pero en profundidad, nada de parches para no molestar a los nacionalistas
    2ºRevisar todo el proceso autonomico,ABSOLUTAMENTE,y si hace falta suprimirlas
    3ºUna unica ley EDUCATIVA,PARA TODO EL PAIS , ESPAÑA
    4ºSuprimir los partidos separatistas, el que no quiera estar en este pais que coja la maleta y a otro sitio a chupar del bote
    5ºUnica HACIENDA EN TODA ESPAÑA, NO MIL FOCOS DE CORRUPCION
    De momento nada mas por hoy ¿que os parece? espero soluciones , esto solo es el principio

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  3. Estoy de acuerdo con su artículo. Lo mismo ocurre con la monarquía, no se puede hablar racionalmente de ella ni de su papel hoy en día. A la democracia española le falta madurez para afrontar ciertos temas sin miedo.

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  4. Excelente artículo. Este blog es de lo mejor. Enhorabuena por un trabajo tan riguroso y serio.

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  5. palabras y mas palabras .. hechos y acciones necesitamos ,nos exigen nuestros hijos, ellos nos juzgaran como cobardes si no actuamos ya !,de forma clara y contundente, no con huelgas que nos perjudican a todos ,rotas y estupidas más inteligencia, más union , más estrategia eficaz como sacrificio personal,entre todos los que como pueblo llano estamos acorbadados y dejamos nos amnipulen... los medios son los más culpables.. a ellos debemos dirigirnos en ordas pacificas delante de sus cuarteles de mentira y sumision al regimen... turnarnos en tiempo ilimitado reivindicando nos escuchen y amplien nuestra voz en antena y prensa ... basta de ser pasivos peleles. reivindiquemos : ELECCIONES YA , NUEVOS PARTIDOS NO IMPLICADOS EN LA ACTUAL LEGISATURA CORRUPTA Y SOMETIDA A SUS INTERESES, HUEVOS HUEVOS HUEVOS!!! ESO ES ACCION.... y persistencia fisica en esos lugares de comunicacion.

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  6. Estimado articulista: Fuimos un grupo bastante numeroso, allá por los años 1977-78, los que criticamos desde las perspectiva histórica, cultural, económica, jurídica,política... de España,que el estado de las autonomías nos retrotraía a los reinos de taifa y a la nefasta experiencia del periodo autonómico de la II República(1931-1936). Y que por tanto el sistema autonómico, establecido en la Constitución de 1978, nacía en vía muerta. Las críticas que recibimos, por parte de los voceros oficiales del sistema, fue señalarnos de catastrofistas, amén de otros improperios descalificativos.
    Hoy todos ellos hacen mutis por el foro.Pero cambiar este fracasado sistema autonómico es dificilísimo, por los grandisimos intereses de toda índole concentrado en el mismo. ¿Y haber quienes son capaces de quitar estos cascabeles autonómicos al gato?.
    Un cordial saludo

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  7. Aunque comprendo la desesperación, no estoy de acuerdo con la acción apresurada. Si hay que cambiar de rumbo, se necesita una noción clara de hacia dónde nos queremos dirigir, y para eso sirven los debates como este; debates que desde la transición brillan por su ausencia. No querremos que se repita este fracaso, al amparo de una constitución que se redactó y se voto sin reflexionar ¿no? Para intentar evitarlo hay que conocer otros modelos de estado, otros sistemas electorales, otras formas de organización del poder, hay que compararlos, hay que conocer y reconocer cual es nuestra idiosincrasia, y luego decidir entre todos, qué es lo que más nos conviene. Aunque tardemos un poco, las cosas no se pueden hacer a la ligera. Si volvemos actuar sin pensar no auguro mejores resultados que los que “disfrutamos” en este momento.
    El Reino Unido no es en absoluto mi modelo ideal, pero me vale como ejemplo. Supongo que recuerda la polémica que se abrió a propósito de una posible reforma de su sistema electoral, uno mayoritario uninominal por circunscripciones, en el que los liberales salían perjudicados. Lo poco que ha llegado a nuestros medios de comunicación es que en esas elecciones se pierden muchos votos, lo que refuerza nuestra idea (falsa) de que el sistema proporcional de distrito único es infinitamente superior a aquello, y que por ende es incomprensible cómo no lo adoptan esos tarugos británicos.
    Nada más lejos de la verdad. Aunque el debate se ha enfriado notablemente (debe de ser que los liberales han perdido muchos votantes y no quieren quedar en evidencia), en sus inicios no se asemejaba, ni de lejos, a esa reducción simplista.
    Los modelos de sistema electoral son múltiples y variados, y no se reducen, ni mucho menos, a lo que nos decían los telediarios, por no entrar en profundidades le remito a la página www.electoral-reform.org.uk. Dudo mucho que, si algún día los británicos cambiasen su sistema, se conformasen con una chapuza monumental como la nuestra, aunque fuese con listas abiertas, o a dos vueltas.
    Lo que han hecho los tunecinos y los egipcios está muy bien, pero si no tienen un criterio claro y ponderado sobre qué es lo que les conviene a largo plazo, no les arriendo la ganancia. A lo que piden en Bahrein me remito; nada menos que una monarquía constitucional como la nuestra, con lo que se demuestra la confusión y el engaño a la que lleva la propaganda oficial. Sin ir tan lejos, podemos también sacar conclusiones, ya que por experiencia propia sabemos que montar protestas, abucheos o huelgas generales, sin dar un sentido positivo a nuestras aspiraciones, ha demostrado servir para bien poco. En mi opinión, hace muchísimo más daño la abstención.
    Un saludo

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