martes, 27 de enero de 2015

El triunfo de la mala política


Javier Benegas [en Vozpopuli.com]
El lunes 19 de enero, en la fundación Rafael del Pino, fue presentado en sociedad el libro Leones contra dioses (Editorial Atalaya, 2015), cuyo autor es John Müller (Osorno, Chile, 1964), periodista y antiguo director adjunto del diario El Mundo. Un personaje sin duda brillante al que parece haberle venido de maravilla liberarse de la sombra de Pedro J. Ramírez para brillar con su propia luz.
Así, en la madrileña calle Rafael Calvo se dieron cita algunos de los economistas más relevantes del panorama español y también numerosos intelectuales de diferentes disciplinas, de tal suerte que el aforo de la sala se vio pronto desbordado. Lo que demuestra el poder de convocatoria del autor, quien, sin necesidad de excesos ortopédicos, ha sabido elegir el momento perfecto para escribir un libro clave. Y así parecen haberlo sentenciado los lectores. No en vano Leones contra dioses es hasta la fecha el mejor diario de una crisis muy particular, la de la prima de riesgo, la cual a punto estuvo de echar abajo la España oficial que hoy, aun renqueante pero tan prepotente como siempre, saca pecho de cara a un año electoral que, a juicio de no pocos analistas, puede ser decisivo.
Periodismo histórico del bueno
Más allá de la concesión literaria de su título, quien espere encontrar en el ensayo de Müller descubrimientos extraordinarios al gusto de estos tiempos, en los que los ensayos políticos parecen vivir una nueva edad de oro, se sentirá defraudado. En Leones contra dioses no hay propuestas arriesgadas o mágicas. Apenas hay juicios de valor. Y, cosa nada común, no hay en sus páginas un solo juicio moral. Su gran virtud es ser un minucioso relato, en ocasiones abrumador por la abundancia de fechas, nombres y lugares, en el que John Müller asume con un estoicismo digno de admiración el papel de periodista historiador, llegando a recordar en sus partes más brillantes, que son muchas, el virtuosismo de Paul Johnson en su colosal Tiempos modernos. Estoicismo que, sin embargo, no impide al autor poner en cuestión actitudes personales más allá de los hechos expuestos, o quizá precisamente a consecuencia de estos, retratando en negativo y hábilmente a una clase política capaz de cualquier pirueta con tal de no renunciar ni un ápice a su poder.
En efecto, como diario del encarnizado enfrentamiento entre políticos profesionales (en realidad, meros burócratas) y mercados, a cuenta de la posibilidad, en ocasiones mucho más que real, del rescate total de España, no hay otro libro igual. De hecho, este ensayo es de obligada lectura para cualquier estudioso, o simple curioso, que quiera conocer con precisión casi milimétrica qué sucedió en las covachuelas del poder político, español y europeo, durante los tres años más críticos de la reciente historia de España, periodo que John Müller bautiza como la Era de las Rectificaciones, y que va desde el 28 de enero de 2010, día en el que, en el Foro de Davos, José Luis Rodríguez Zapatero colocó la economía española al lado de la griega, hasta el 17 de enero de 2013, fecha en la que la irrupción de Luis Bárcenas coincide con el punto y final del miedo al rescate.
Esa es, a mi juicio, la principal virtud de este pulcro, elegante y en ocasiones exquisito ensayo: analizar y relatar con una honestidad a toda prueba las decisiones tomadas en cada momento por los dos presidentes de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy Brey, que tuvieron que vérselas a cara de perro con unos mercados que habían dicho basta al derroche y a la prestidigitación política. Las frases huecas y los buenos propósitos tuvieron que ceder su sitio a los hechos. Y los políticos españoles, acostumbrados a hacer y deshacer a voluntad sin rendir cuentas a nadie, se vieron súbitamente fiscalizados y sometidos a un control exhaustivo que, por momentos, les desquició. Toda una experiencia para quienes, por obra y gracia del poder omnívoro de unos partidos monstruosos, devenidos en un fin en sí mismos, se habían arrogado inopinadamente el papel de dioses del Olimpo.
Más allá de la economía
Si algo se le puede reprochar a John Müller es que, por alguna extraña razón, no se haya liberado de ese pre-juicio que ha llevado a otros muchos brillantes analistas a confundir causa y consecuencia. Así, no es posible estar de acuerdo con su afirmación de que Podemos es ahora la nueva prima de riesgo. El nuevo partido político, surgido al calor de la endogámica Universidad Complutense y del dinero de los ayatolás y el chavismo, no es la nueva prima de riesgo. La prima de riesgo siempre ha sido la misma. Lo era en 2010 y lo será de nuevo este 2015: un modelo político carente de los más elementales controles y contrapesos.
Por otro lado, para Müller, como para otros muchos brillantes intelectuales, no tiene sentido confiar en que el cambio que España necesita vaya a venir de la sociedad civil, porque ésta carece a su juicio de las virtudes necesarias para obrar el milagro. De ahí que la derrota de la prima de riesgo haya sido la gran oportunidad perdida. Y tiene razón, hasta cierto punto. Sin embargo, no se trata de confiar en que la transformación de España provenga de la sociedad civil, sino de entender definitivamente que o surge de ésta o no surgirá de ninguna otra parte. Las élites políticas españolas no solo carecen de incentivos para emprender verdaderas reformas sino que estos han sido, son y serán siempre perversos. De hecho, ni siquiera cuando España estuvo a punto del rescate total hubo el menor amago de un verdadero reformismo político.
Hoy, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, la irrupción de Podemos en el panorama español está siendo utilizada por la vieja política para desprestigiar y arruinar cualquier pretensión reformista. De hecho, antes de que aparecieran en escena Pablo Iglesias y sus revolucionarios de salón, en España se hablaba abiertamente, por primera vez en mucho tiempo, de reformas políticas. Ahora, con la irrupción de Podemos, el inmovilismo oficial, liderado por Mariano Rajoy Brey, ha vuelto a imponer la excluyente dualidad; esto es, o se pertenece a la “cofradía de los constitucionalistas” o se está de parte de los antisistema. Y Rajoy avisa: no habrá piedad para quienes pretendan ser independientes. Más allá de la debida sumisión solo está el descrédito y la muerte civil. Pésimas noticias para los verdaderos liberales, los de los principios.
La denostada sociedad civil a la que ningún sabio cree pertenecer
Basta con ser consciente de todo el talento que se dio cita en la presentación de Leones contra dioses para preguntarse cómo es posible que toda esa erudición haya sido incapaz de influir en la sociedad española y, lo que es peor, por qué gente a priori tan brillante se ha demostrado incapaz de proveer a la sociedad española, a la que pertenecen y sin embargo vituperan, del conocimiento y la autoestima necesarios para refundarse.
Y es que uno tiene la inquietante sensación de que muchos de los asistentes a la presentación de Leones contra dioses, más que estar preocupados por España, están interesados en hacer méritos para ocupar un lugar en un futuro y remozado establishment. Y quizá los leones no estén tan solos como parece sino que cuentan con inesperados aliados. Incluso con aquellos que hasta hace apenas un par de años amagaron con enfrentarse al sistema. Y hoy, inquietos con el nuevo reparto del poder, se apiadan de la Transición y tratan de congraciarse con quienes han tenido, tienen y tendrán la sartén por el mango. Si acaso, como motivo para la esperanza, vale la pena reflejar aquí la opinión del profesor Carlos Rodríguez Braun, quien asegura que el español medio se ha vuelto mucho más crítico con las decisiones políticas y, sobre todo, con los costes económicos que éstas acarrean. 
Sea como fuere, volviendo a Leones contra dioses, y a modo de corolario, vale la pena reproducir aquí el párrafo de la página 233, donde Müller, liberado ya de la ardua tarea de relatar los sucesos tal cual sucedieron en esos tres años de infarto, escribe a título personal: “La bajada de la prima de riesgo suponía que la fragmentación de la eurozona se había mitigado y que el euro en Madrid volvía a valer lo mismo que en Berlín. También que desaparecía el riesgo que España representaba para las finanzas europeas. Por otra parte, significa que ya no existe ningún aliciente para que el país emprenda reformas que todavía necesita. La prueba es que en 2013 el espíritu reformista del Ejecutivo en cuestiones de calado casi desapreció […] Los reformistas pierden a su principal aliado, los adictos a la deuda vuelven a respirar y la política vuelve a campar a sus anchas porque, al menos en esta vuelta, los leones han ganado a los dioses”. Alea jacta est.
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